Sunday, September 26, 2010

Cuánto tiempo que no escribo...

Hace mucho que no actualizo mi blog. La última vez que escribí fue para recaudar fondos para el terremoto, pero eso no cuenta como actualización. Es decir, hace un año y medio que no les cuento sobre mi vida y sobre nuestro proceso de adopción. Seguro pensarán que entonces debe haber mucho que contar. Siento decepcionarles pero lo que más hemos hecho es esperar.

En junio del año pasado, tres meses después de mi última actualización, terminamos de reunir todos los papeles y certificados que nos pedía el Ministerio de Servicios al Menor, encargado en Canadá de aprobar a las familias que quieren adoptar. Generalmente demoran 8 a 12 semanas en emitir su aprobación, pero recién a fines de noviembre, principios de diciembre recibimos la carta que tanto esperábamos. Esto se debió en gran parte al hecho de que una agencia de adopciones internacionales llamada Imagine había declarado quiebra y el Ministerio estaba ocupado ayudando a las familias que se habían quedado colgadas en el proceso. ¡Por lo menos era un motivo válido!

Por supuesto que para entonces todos los papeles de nuestro expediente se habían vencido y tuvimos que renovarlos todos. Eso demoró otros tres meses. En marzo, una vez actualizado, enviamos nuestro expediente aprobado al Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social (MIMDES) en Perú. Luego de cinco meses acusaron recibo y dijeron que estaba casi entero traducido. Ahora tenemos un abogado encargado de nuestro caso (asignado por el ministerio) y el proceso de revisión aún no termina, pero ya nos han avisado extra-oficialmente que el 20 de octubre emitirán la carta de aprobación. A modo de resumen: primero te aprueban en Canadá, y luego en el país del que vas a adoptar. Y, no, eso no implica que te encontrarán un niño inmediatamente. Para eso deberemos esperar otros 9 a 12 meses, con suerte.

En todo caso, MIMDES nos acaba de avisar (extra-oficialmente también) que nuestros papeles están otra vez vencidos, por lo que otra vez estamos correteando por la ciudad actualizando certificados: los de antecedentes de la policía de Toronto y la policía montada, la carta de actualización de la trabajadora social, la de nuestro contador, la de la sicóloga que nos evaluó, y la de nuestro médico. Creemos que con eso bastará y esperamos tenerlas todas listas, traducidas, certificadas, notariadas, autenticadas y legalizadas de aquí a que llegue la carta oficial donde nos solicitan las actualizaciones. Esperamos poder enviarlas todas por mensajero el mismo día en que llegue la bendita carta, pero seguro habrá algún documento en la lista que no se nos ocurrió actualizar y que nos retrasará otro poco. La paciencia es una virtud que se caracteriza por ser finita.

Así que esas son las últimas noticias. A veces me encuentro con amigos que no he visto en bastante tiempo y me preguntan, “¿Y? ¿Alguna novedad con el proceso de adopción?” No quiero ser una gruñona pero odio esa pregunta. Si tuviera alguna novedad no tendrían que preguntarme - ¡ya lo habría anunciado a los cuatro vientos!

Mientras esperábamos aprobaciones y acuses de recibo pasaron muchas otras cosas; nuestras dos familias sufrieron pérdidas fuertísimas. Ha sido un año súper duro en muchos aspectos. Y mientras uno intenta procesar esos sucesos remecedores, se sacrifican las cosas menos importantes de la vida, como la contabilidad y el guardar los adornos navideños. Pero eventualmente hay que ponerse al día, y logré hacerlo días antes de arrancar el Festival Internacional de Cine de Toronto, o “TIFF”.

A veces no me doy un respiro hasta que mi cuerpo me grita “¡Basta!” Me había estado portando mal, lo sé, trabajando mucho y con mucho estrés, acostándome tarde después de tanto festejo y despertando al alba para volver a empezar todo. Me excusaba diciéndome a mí misma que TIFF es una cosa anual, que tenía que disfrutar... Sinceramente, no carreteo así el resto del año.

Pero después del quinto día consecutivo de fiesta, con cinco días más por delante, ya no lo estaba pasando tan bien. Salía porque me sentía obligada. El tiempo delicioso y veraniego se había enfriado y se sentía más como otoño: días ventosos y nublados, y noches frías y lluviosas – del tipo que te hace rebuscar en lo más profundo del clóset en busca del plumón, el que luego estiras sobre la cama y con el que te envuelves entera mientras sonríes, feliz. ¡Lo que sea con tal de evitar encender la calefacción en septiembre! Pero además salía para ver a Andrés cuyo trabajo en TIFF significa que nos vemos poco o nada hasta el 20 de septiembre. Por supuesto que ese día amanecí enferma y así me he quedado hasta ahora.

Logré evitar hacer cama hasta el jueves, aún con la tos de perro y estornudos frecuentes, pero el jueves por la mañana no tenía energía para seguir adelante y así acabé aquí, haciendo mi tercer día de cama. Debo decir, eso sí, que con la excepción de las noches, en las que toso hasta sentir una lija en la garganta, y ayer, que sentía que me salían llamas por los ojos de la fiebre, he disfrutado de estos tres días de descanso obligado. Con mi fiel compañero Lucas a mis pies he visto películas, he escrito en mi diario y he llenado tres álbumes de fotos (aprovechando de recordar los viejos tiempos). La tos era un problema, porque cuando se tose así, no se logra descansar, que es justamente lo que más se necesita hacer. Pero ayer medité un poco y me di cuenta que el toser es muchas veces una compulsión, una forma de rascarse para eliminar una picazón. Así que decidí que observaría la picazón de mi garganta y mis pulmones, que la identificaría como tal, y que respiraría para oxigenar esa área de mi cuerpo, a ver qué pasaba, como aprendí a hacer en meditación. Y funcionó: logré dormir toda la noche. Y dormí toda la mañana, pasado el mediodía. Dormí quince horas en total.

Cuando finalmente desperté, la fiebre se había apagado, la tos era manejable y mis niveles de energía habían mejorado bastante. Mi cuerpo estaba sonriendo, victorioso. Supongo que debería prestarle más atención de ahora en adelante.

1 comment:

Unknown said...

bella, que bueno saber que ya te pusiste a escribir de nuevo...no puedo dejar de admirarlos por su fuerza y fe, no bajan los brazos y eso me hace pensar que por otros motivos, no debo bajarlos tampoco.Debe faltar poco, te lo aseguro. Les mando un abrazo grande a los tres, de nosotros dos (no puedo evitralo, estoy enamorada de mi perro Mario!)