Monday, January 07, 2008

Nuevo año, primer ciclo

7 de enero de 2008

1:30 a.m.
Keaton nació sano y hermoso, y con casi once meses de edad está en la etapa más adorable – mirándolo todo con ojos enormes llenos de asombro, arrugando la nariz, mostrando sus dientecitos, maravillado por las cosas más pequeñas de la vida. Nadie en esta tierra puede mirarlo a los ojos sin sonreír. Su existencia es un constante recordatorio de las posibilidades que tenemos por delante.

El proceso real de la maternidad gestacional es drásticamente diferente a la noción romántica que uno tiene tras esa primera oferta asombrosa. Es mucho más que un simple gesto de generosidad de parte de una amiga querida. Empieza con ese ofrecimiento y rápidamente se pone en manos de abogados cuyo trabajo es redactar un acuerdo que intente temerariamente considerar todas las circunstancias posibles: ¿qué pasa si la portadora gestacional es irresponsable con su dieta y estilo de vida durante el embarazo? ¿Y qué si el embarazo está condenado y queremos que aborte, pero ella decide (porque es su cuerpo por lo que es su decisión) ignorar nuestra decisión? ¿Qué hacer si hay más de dos bebés en su útero y necesitamos considerar la reducción selectiva de uno de los fetos? ¿Y si nos morimos antes de que nazca el bebé? Estas posibilidades dan vueltas por nuestras mentes y abren la puerta a otras posibilidades que no fueron consideradas en la primera versión del acuerdo: ¿y si Sheona tiene mellizos y su panza termina fláccida al punto de no poderla devolver a su estado original con dieta y ejercicio? ¿Y qué hay de las posibilidades de complicaciones físicas y sicológicas post parto? ¿Y si el contrato de empleo de Jon en Vancouver se reanuda por otra temporada? Y así el acuerdo ha ido y venido e ido otra vez, todavía sin firmar. La buena noticia es que hemos llegado a lo que creemos es un acuerdo mutuo y estamos ahora a la espera de la versión final de la abogada, que el abogado de Sheona y Jon la revise con ellos y que finalmente firmemos el acuerdo. Y sería ideal que todo esto sucediera mañana, por ejemplo, ¡por que me llegó mi regla hoy!

Bueno, ya estaba yo imaginándome que me llegaría la regla alrededor del 8, más o menos. Emocionalmente, había estado en pausa durante los últimos dos años, desde la oferta de Sheona, su embarazo y parto, todo el proceso legal con sus dramas, y las fiestas de fin de año, a sabiendas que el momento se acercaba. Luego, hoy, me llega la regla e inmediatamente entro en estado de “maternidad”. Increíble. Quiero decir, todavía no estoy convencida de que esto se hará realidad. He evitado hacerme ilusiones por tanto tiempo, recordando cada momento de emoción y posterior sensación de pavor, desilusión y duelo que sentí con cada uno de mis cinco embarazos, sin embargo, una pequeña dosis de ilusión ha logrado atravesar mi mecanismo de defensa y he comenzado a sentir que esto puede volverse realidad. Que esta podría ser nuestra oportunidad. ¡Ha llegado el momento de averiguarlo!

Nuestros abogados están al tanto de mi ciclo; he informado a la clínica y a Sheona y Jon y estamos en ascuas, esperando la versión final del acuerdo.

Mañana veré a mi hematóloga para concebir un plan para mi anticoagulación durante la etapa de producción y cosecha de óvulos. Lo último que supe es que tendría que cambiarme de warfarina a fragmina, pues esta última tiene una semivida más corta, de modo que puede ser suprimida justo antes de que inserten la aguja en mi abdomen para cosechar los óvulos. También me enteré que, lamentablemente, tendría que tomar prednisona para suprimir mi sistema inmune y aumentar mi conteo de plaquetas antes del procedimiento de “cosecha”. El procedimiento debería realizarse cerca de la fecha de mi cumpleaños, el 18 de febrero, por lo que imagino que la prednisona no será necesaria hasta que me empiece a inyectar Lupron, para suprimir mi ovulación, el 26 de enero. Desde ese momento y en adelante, según entiendo de lo que he leído en la Internet, seguiríamos con Lupron hasta que me venga la regla con ovulación suprimida, alrededor del 2 de febrero. Luego, me empezarían a dar Puregon, para estimular la formación de folículos, y tendría que ir a monitorear mi ciclo a diario, con análisis de sangre y ultrasonidos. Cuando ambos análisis rindan resultados óptimos (queriendo con eso decir que los niveles hormonales estén donde tengan que estar y que tenga yo suficientes óvulos), me inyectaría una dosis única de hCG, una hormona que hace las veces de la hormona luteinizante y prepara a los folículos para que liberen sus óvulos. Sin embargo, antes de que éstos lo hagan, los buenos doctores me insertarán una señora aguja y se robarán los óvulos de ambos ovarios para poder realizar la fertilización in vitro con los espermatozoides de Andrés. Cinco días más tarde, trasladarán a dos de los embriones supervivientes al útero de Sheona y congelarán a los restantes (que esperamos sean varios, ojalá 5, para poder volver a intentar si no funciona a la primera, sin necesidad de cosechar más). Si todo va de acuerdo a este calendario provisorio, nos enteraríamos si el embarazo “agarró” hacia fines de febrero, comienzos de marzo.

Pero no nos adelantemos demasiado. Por ahora, no tenemos un acuerdo firmado y recién comienza mi primer ciclo menstrual del año. Queda todavía tanto por averiguar y vivir antes de llegar a ese punto. Ha comenzado un año pleno de posibilidades.

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