Sunday, February 24, 2008

Día uno, una vez más

Nunca pensé que un día anunciaría esta noticia al mundo entero y con alegría: ¡¡me llegó la regla!! ¡¡YUPI!!

Day One, Once Again

I never thought I'd one day be announcing this to the whole world, and be happy about it: I got my period!! YEY!!

Thursday, February 21, 2008

Noticias alentadoras

21 de febrero

El Dr. Laskin me había dejado un mensaje en la contestadora el sábado por la mañana con noticias inquietantes: mis plaquetas, aún con los esteroides, habían caído a 45 mil. No recibí el mensaje sino hasta más tarde ese día, cuando habíamos regresado de casa de Sheona y Jon, sintiéndonos decepcionados por la cancelación y ya empezando a sentir el efecto de la suspensión abrupta de las hormonas. Esta noticia me liquidó y caí en un estado de desesperación y ansiedad que sólo puedo comparar con lo que sentí luego de cada pérdida. La sensación alarmante de ser traicionada por mi propio cuerpo.

Era demasiado tarde cuando recibí la noticia para llamar al Dr. Laskin y preguntarle el millar de preguntas que habían empezado a formularse en mi pobre y cansado cerebro, así que lloré y sentí lástima por mí misma y Andrés y yo nos abrazamos y sacudimos nuestras cabezas y suspiramos el resto de la tarde. ¿¡Qué haríamos ahora!?

La razón por la que es tan mala esta noticia, es que si el conteo de plaquetas no alcanza los 100 mil, el riesgo de sangramiento con el procedimiento de recuperación ovular es demasiado alto para el Dr. Laskin. Si no tenemos la certeza de que los esteroides funcionarán el día de la recuperación, entonces no vale la pena tomarlos. Ya desarrollé resistencia contra la alternativa, Ig intravenosa, en mi último embarazo. Entonces, ¿cuáles eran mis opciones? Luego de calmarme un poco me senté a investigar en la Internet y encontré algunas alternativas. Drogas potentes. ¿Podía tomarlas si estaba tomando hormonas? Bueno, ya se imaginan el cuento. Yo tratando de responder mis propias preguntas médicas e imaginándome cada panorama. No es primera vez que lo hago.

Justo tocó que era fin de semana largo, ya que el lunes era el feriado nuevo de la provincia de Ontario: el Día de la Familia. En cierto sentido empeoró las cosas, pues tuve que esperar hasta el martes para hablar con el Dr. Laskin. Cuando finalmente me llamó, me tranquilizó. Sí estaba confundido con el resultado, pero me enumeró las opciones, muchas de las cuales ya me había enterado, y me dijo que no me alarmara. Luego ofreció la posibilidad de un error de laboratorio. Me habían tomado la muestra en el laboratorio de la clínica, un laboratorio en el que confío más que en el de mi barrio, pero siempre es posible cometer un error.

El laboratorio de mi barrio es uno de los laboratorios más deprimentes e ineficientes en el que he estado. La única razón por la que lo uso es que me queda cerca y lamentablemente tengo el placer de visitarlos con frecuencia – a veces cada semana. Cuando tengo que ir, hago lo posible por aplazarlo, evitarlo e inventarme excusas para no ir, pero la posibilidad de que corrigieran un error que tanto nos pesaba fue motivo suficiente para que saliera corriendo a sacarme sangre otra vez. Y bendito sea... ¡¡Mis plaquetas estaban en 120 mil!! Y eso que ya he empezado a reducir los esteroides para descontinuarlos hasta el próximo ciclo. Fue la mejor noticia que pude haber recibido. Ahora, podemos olvidarnos del asunto, Ya no tenemos que jugar con posibles panoramas y drogas. Tenemos que sólo esperar a que nos lleguen nuestras respectivas reglas y hasta considerar la posibilidad de usar la píldora anticonceptiva en el próximo ciclo. ¡¡Tenemos opciones!! ¡¡HURRA!!

Encouraging News

February 21

Dr. Laskin left me a message Saturday morning with disturbing news: my platelets had dropped, even on the steroids, to 45 thousand. I didn’t get this message until later in the day, when we had returned from Sheona and Jon’s, already bummed out about the cancellation and with me starting to feel the effects of suspending the hormones. This news was what did me in and I fell into a state of despair and anxiety that I can only compare to what I felt with each miscarriage. The frightening feeling of being betrayed by my own body.

It was too late when I got the news to call Dr. Laskin and ask him the million questions that had started to take shape in my exhausted brain, so instead I wept and felt sorry for myself and Andrés and I hugged and shook our heads and just sighed a whole lot. What were we going to do now!?

The reason this news is so bad, is that if my platelet count isn’t over 100 thousand, the risk of bleeding post retrieval is too high for Dr. Laskin to take. If we don’t have the certainty that the steroids will be there for me on the retrieval date, then what’s the point of taking them? I already developed a resistance to the alternative, IV Ig, when I was last pregnant, so what were my options? I did a bit of research when I calmed down and found a few alternatives. Potent meds. Could I take them while on fertility drugs? Anyways, you get the picture. Me, trying to answer my own medical questions and playing out all the scenarios. I’ve definitely been there before.

This was a long weekend, with Monday being a new Ontario holiday: Family Day. It kind of made things worse in a sense, since I had to wait until Tuesday to speak to Dr. Laskin. When he finally called, he reassured me. He was certainly a bit baffled, but he gave me the rundown of options, many of which I had already read about, and said not to panic. Then, he offered the possibility that the test was incorrect. It had been done at the clinic’s lab, a lab I trusted more than my own neighbourhood lab, but mistakes do happen.

My neighbourhood lab is one of the most depressing and inefficient labs I’ve ever been to. The only reason I go to them is that they’re very close and I, unfortunately, have the pleasure of visiting them often - sometimes every week. I do my best to procrastinate and make excuses not to go when I have to, but the possibility of them righting a wrong that weighed so heavily on us was strong enough to get me out the door in a hurry to get my bloodwork repeated. And blessed be... my platelets were at 120 thousand!! Even though I’m in the process of weaning myself off the steroids till the next cycle. This is the best news we could have received. Now, business as usual. Now, we don’t have to play over possible scenarios and try out new drugs. Now, we can wait until we get our periods and even toy with the idea of using the pill this time around. We have options!! HURRAH!!

Monday, February 18, 2008

Mi cumpleaños

18 de febrero

Hoy es mi cumpleaños. Cumplí 34.

El sábado estaba súper triste. Recibimos la mala noticia de la cancelación del ciclo el viernes y acto seguido nos lanzamos a la locura de actividades jugando de papá y mamá con los niños de Sheona y Jon, a quienes cuidamos esa noche mientras ellos celebraban su aniversario en un hotel. Así que mucho tiempo para digerir las noticias no tuvimos, hasta el sábado por la tarde, cuando estábamos los dos completamente muertos de cansados de ser, bueno, padres en cierto sentido.

Lo pasamos sensacional con los enanos. Los dos son adorables, bien portados y divertidos, pero es agotador, por decir lo menos, y además no son nuestros, no estábamos en nuestra casa, nos acaban de dar malas noticias y encima, yo estaba MUY hormonal, así que no fue el mejor de los momentos para gozarlos.

Ayer hice un día de “terapia” ordenando el sótano de la casa. Es realmente una maravilla lo bien que hace botar cosas y organizar y limpiar y luego ver el resultado. Hace dos años que no veíamos tan ordenado el sótano y eso que todavía no termino. Estoy pensando en terminar hoy, con las cosas “chicas”, categorizando tornillos y tuercas y clavos. Sé que no suena para nada divertido, pero es bueno para la mente. Mientras vas encontrando un lugar para guardar cada cosita, vas organizando tus pensamientos y encontrando lugares para guardarlos también.

Y Dios sabe que tengo muchos pensamientos que organizar estos días, como qué viene ahora, vale la pena, resultará y cuándo. Estoy en proceso de extraer de lo más profundo de mí cada onza de paciencia oculta que me queda. Después de ocho años de probar, buscar, anhelar, soñar, de vivir la montaña rusa más compleja imaginable, realmente se requiere de cada onza.

My Birthday

February 18

Today is my birthday. I’m 34.

I was very blue on Saturday. We got the bad news of the cycle cancellation on Friday and were immediately thrown into a whirlwind of “parenting” activities, since we were taking care of Sheona and Jon’s babes while they had a night away from home for their anniversary. So we really didn’t have much time to digest the news until Saturday afternoon, by which time we were both completely knackered from being – well – parents, in a sense.

We had a great time with their kids. They are both adorable little ones, so well-behaved and funny, but it’s tiring to say the least, and also they’re not ours, we weren’t in our own house, we had just gotten bad news, I was EXTREMELY hormonal and well... just bad timing I guess.

Yesterday I had a day of “therapy” tidying up the basement. It really is amazing how good it makes you feel to throw stuff out and organize and clean and then look back and see the result. Our basement hasn’t looked this good in two years and it’s still not done. I’m planning on finishing today, with the “little” things, categorizing nuts and screws and bits. I know it doesn’t sound like anything fun, but it’s good for the mind. As you go finding a “home” for each little thing, you are sorting your thoughts and finding homes for them too.

And God knows I have a lot of thoughts to sort through these days, like what’s next, is it worth it, will it happen and when. I’m having to dig very deep within me and find every ounce of hidden patience I have left. After eight years of trying, of yearning, of dreaming, of the biggest rollercoaster ride imaginable, it really takes every ounce.

Friday, February 15, 2008

Una piedra en el camino

15 de febrero

Esto sí no me lo esperaba: resulta que me han cancelado el ciclo. Y ¿qué quiere decir esto? Significa que tengo que dejar de tomar mis medicinas y dejar que los óvulos que he producido se sigan desarrollando solos y que mis folículos los liberen por su propia cuenta – donde se perderán para siempre. O por lo menos eso esperamos. Tendremos que tener mucho cuidado, ¡sino estaremos en un verdadero aprieto!

La razón de esta cancelación es algo que no tenía idea que podía pasar. ¿Cómo es que no estaba preparada para esta decepción? Generalmente, sería la primera en mencionar las cosas negativas que pueden ocurrir, pero por alguna razón, esta vez no me preocupé en lo absoluto. Pensé que mientras me inyectara todos los días a la misma hora y me tomara todas mis pildoritas, produciría folículos, los médicos recuperarían los óvulos y todo saldría como tenía que salir.

Pero resulta que los ciclos de in vitro a veces producen eventos adversos como el llamado “folículo dominante”, donde un folículo se desarrolla más rápido que los demás, produciendo inhibina, una proteína que inhibe el desarrollo de los otros folículos, los que terminan atrofiándose y perdiéndose. Encima de todo, resultó que tuve DOS folículos dominantes. El veredicto final entonces es que aparte de estos dos, tendría 3, quizás 4 folículos decentes que podrían o no contener óvulos – lo que no vale el esfuerzo de la recuperación. Así que por ahora nos han ordenado a descontinuar los medicamentos y esperar que nos lleguen nuestras respectivas reglas, lo que debería suceder en dos semanas más o menos. Luego, iría a hacerme un ultrasonido para verificar que mis ovarios estén libres de quistes el día 3 del ciclo y empezaríamos otra vez. Esta vez, es probable que me den la píldora anticonceptiva – si mi hematóloga se siente cómoda con la idea. Al parecer la píldora ayuda a prevenir este evento adverso.

¿Quién se hubiera imaginado que había folículos malévolos de los cuales había que cuidarse? Yo estaba hasta disfrutando del camino, dándome inyecciones (nada nuevo para mí) y con las cosas bajo “control”. Quién sabe cuántas otras cosas pueden pasar en un ciclo de in vitro. ¡Al parecer tengo mucho que investigar! O quizás debería seguir por el camino de la dulce ignorancia que he estado gozando hasta ahora y enfrentar lo que me salga. Mmmmmm....

Speedbump

February 15

Well, this I didn’t expect: my cycle has been cancelled. And what does that mean? It means I have to stop my meds and let the eggs I’ve produced continue to develop on their own and for my follicles to release them on their own – where they will be lost forever. Or so we hope. Must remember birth control, or else I’ll be in real trouble!

The reason is something I really had no idea could happen. Why was I not prepared for this disappointment? Usually, I’d be the first one to draw out possible downsides to a plan, but for some reason, this time I had not a care in the world. I thought that as long as I gave myself my shots every day at the same time, as long as I took each and every one of my pills, I’d produce follicles, they would retrieve eggs, and everything would be fine and dandy.

Turns out IVF cycles sometimes have an adverse event called a “dominant follicle”. A follicle that develops faster than the others, that produces inhibin – a peptide that inhibits the development of the other follicles, effectively dwarfing them and rendering them useless. Well, turns out I have TWO dominant follicles. So, the final verdict: aside from these two, I have 3 or maybe 4 good follicles that may or may not contain eggs – not worth the effort of retrieval. So we’ve been instructed to stop all meds and wait for our periods, which should come in two weeks or so. Then I’ll go in for an ultrasound to make sure my ovaries are cyst-free on day 3 and we’ll start all over. This time, I’ll likely use the birth control pill – if my hematologist is comfortable with it. Apparently the pill helps prevent this from happening.

Wow, who knew there were evil follicles I had to be on the lookout for. I had been enjoying this ride, where I got to give myself injections – nothing I hadn’t done before, and where things seemed under control. Who knows how many other things can go wrong in IVF cycles. I guess I have some reading to do! Or maybe I should just continue down the path of blissful ignorance I’ve been enjoying and deal with things as they come. Hmmm....

Wednesday, February 06, 2008

Agujas

29 de enero

Siento que todo está empezando a acelerarse ahora. Han pasado tantas cosas en los casi dos años desde que empezamos a conversar sobre la posibilidad de embarcarnos en una maternidad gestacional; sin embargo, el punto real de partida, cuando empezaríamos a inyectarnos hormonas, parecía tan lejano. En el tiempo intermedio, viajamos a Europa, Sheona se embarazó y viajó a Italia para su curso de cine, fuimos a Chile, Sheona dio a luz, Andrés se operó del riñón, redactamos y firmamos el acuerdo, y ahora Keaton está por cumplir un añito. Y eso es sólo lo que recuerdo sin hacer mucho esfuerzo... Me pareció que faltaba una eternidad para arrancar la parte biológica del proceso, pero en las últimas semanas, las cosas se han empezado a acelerar y siento que tengo que escribir con más frecuencia para poder tenerlos a ustedes al tanto de todo.

Hace como dos semanas, me empezó a llamar la enfermera de la clínica de in vitro, quien estaba calculando nuestras fechas y preparando nuestra lista de medicamentos. Luego llegó la fecha de la sesión de aprendizaje de Sheona a la que yo también asistí. La onda de esa sesión fue un poco extraña... Sheona se había quejado de ser tratada como poco menos que un medio para alcanzar un fin en este proceso y ese día tuve la oportunidad de ver qué quería decir con eso. Quizás estábamos todos de un humor extraño ese día, pero cuando entré a la sala, no me sentí para nada a gusto y la enfermera que dictó la sesión lo hizo con una torpeza e incapacidad de empatizar con nuestras circunstancias que realmente me impresionó. Era evidente su incomodidad con la presencia de una tercera persona entre los “ingredientes” de esta receta. Comúnmente nos encontramos con personas que no comprenden lo que intentamos hacer, y gran parte de esa gente jamás ha vivido problemas de infertilidad. Es un proceso tan emocionalmente pleno que lo menos que esperaría uno de la clínica encargada es que tenga personal que no sólo acepte esta realidad, pero que te trate con amabilidad, que no se muestre incómodo. Cuando uno vive momentos de vulnerabilidad en situaciones médicas, las emociones “negativas” tienden a tener un efecto más prolongado sobre el humor. Pero ya habrán nueve a diez meses (espero) para discutir emociones.

De cualquier modo, Sheona aprendió a darse su inyección diaria de Suprefact, la que empezó el 25 de enero. También aprendió acerca de la temida inyección de progesterona, la que parece ser bastante dolorosa, ya que viene en aceite, es gruesa, y además va intramuscular, lo que requiere una aguja bastante más larga que no se compara con la simplicidad de la aguja subcutánea del Suprefact.

El 24 de enero, fue mi turno de ir a mi sesión de aprendizaje y el 25, antes de que saliera el sol, estaba sentada en la clínica para mis análisis de sangre y mi ecografía, para ver si ya había ovulado y estaba lista para empezar las inyecciones de Lupron (casi igual al Suprefact, pero bastante más caro). Esa tarde me dieron el visto bueno y Sheona vino a cenar y a ver una película con nosotros, así que aprovechamos de filmar nuestra primera inyección.

Esta primera inyección que nos estamos dando nos cancelará nuestros respectivos ciclos, así sincronizándonos. El 8 de febrero nos “despertarán” los ciclos para producir óvulos por mi parte y para preparar el útero de Sheona para recibir los embriones. Se supone que menstruaremos como de costumbre antes de esa fecha. Como les decía, todo se está empezando a acelerar ahora.

Needles

January 29

Things are starting to happen quickly now. In the almost two years since we first talked about the possibility of surrogacy, a lot did happen, yet the real starting point, the part where we needed to inject ourselves with hormones, seemed ever so far away. In the meantime, Andrés and I went to Europe, Sheona got pregnant and travelled to Italy for her film course, we went to Chile, Sheona gave birth, Andrés has kidney surgery, the contract was drafted and mulled over for way too long, we went to Chile once again, we finally all signed the agreement and now Keaton is about to celebrate his first birthday. And that’s just off the top of my head... it seemed like forever until we’d actually start the medical part of the process, but in the last week or two, things have started to speed up and now I feel I need to write more often in order to keep track of it all.

About two weeks ago, I started getting calls from the IVF nurse, who was calculating our dates and preparing our list of meds. Then came Sheona’s teaching session, to which I too went. That was kinda weird... Sheona had complained about being treated like a mere means to an end in this process, and I kind of got a taste of how she felt on that day. Maybe it was an off day for everyone, but there was an odd vibe in the room when I walked in, and the nurse who gave the session was awkward, she was completely unable to empathize with the particular circumstances of our case. You could tell it just made her totally uncomfortable with there being more than just a couple, with there being a party of three or more making a baby together. How common it is to encounter people who don’t understand what we are doing, and it is usually people who have never lived through infertility issues. It is such an emotionally charged process that the least you would expect from the clinic that is taking you through it is staff that is not only “OK” with it, but that treats you warmly, that never expresses discomfort, because during medically vulnerable times weird vibes tend to linger longer than usual. Well, enough about that. I’m sure I’ll be discussing emotions a lot over the next (hopefully) nine to ten months, and beyond.

In any event, Sheona learned all about administering her Suprefact daily shot, which she started on January 25. She also learned all about the dreaded progesterone shot, which appears to be the painful one, since it is in oil and therefore thick, and also intramuscular, which requires a much longer needle and cannot compare to the simplicity of the subcutaneous Suprefact needle.

On January 24th, it was my turn to go in for my teaching session. Then, on the 25th, I was at the clinic bright and early to get my bloodwork done and an ultrasound to see if I had ovulated and was therefore ready to start the Lupron (pretty much the same as Suprefact, but a whole lot more expensive). That afternoon I got the OK, and Sheona came over for dinner and a movie, so we captured our first injection on camera.

This first needle we are giving ourselves will shut down our cycles and effectively synchronize us. We will be “rebooted” on February 8 to produce eggs on my side, and to prepare the uterus to receive embryos on Sheona’s side. We are supposed to get our periods as usual before that time. So, like I said, things are definitely happening quickly now.

Tuesday, January 29, 2008

Acuerdo

18 de enero de 2008

Todo el mundo dice que una vez que se incorporan abogados a la ecuación, las cosas se pueden poner “feas”. ¿Pero qué hacer? Algunos eventos de la vida ameritan no sólo consejo legal, sino que además un acuerdo debidamente redactado. Hay tanto en juego para ambas partes, cosas que nadie se imagina en la etapa de “ensueño”. En nuestro caso, cada parte necesitaba tener su propio abogado y nosotros, los “padres legales” como hemos sido ahora nombrados, teníamos que pagar todos los gastos legales; por lo que encima de los temidos abogados, estaba la temida cuenta pendiente al final de esta etapa. Pese a que no diría que las cosas se pusieron “feas”, sí se pusieron un poco dramáticas y definitivamente se alargaron y encarecieron mucho al final. Sin embargo, el producto final fue consenso y esperamos que valga cada centavo invertido.

Los cuatro firmamos el acuerdo finalizado el lunes pasado (14 de enero) y celebramos la ocasión con un poco de champaña. Sheona ya ha empezado a tomar la píldora anticonceptiva para suprimir su ovulación. La semana que viene será importante. El lunes (21 de enero), Sheona, Jon y yo iremos a su sesión de aprendizaje en la clínica de in vitro. Ahí le darán los detalles de todos los medicamentos que deberá tomar, cuándo tomar qué y cómo administrarlos. Algunos son inyectables, otros en pastillas, o supositorios, ya se verá. Luego, el jueves, Andrés y yo iremos a nuestra sesión de aprendizaje para obtener la misma información, sólo que para el conjunto de medicamentos que tomaré yo.

Muchas personas se quejaron la semana pasada de que los detalles médicos eran demasiado técnicos, por lo que intentaré explicarlos en términos más simples, aunque SÍ es bastante técnico y complejo el asunto. Y ¿cómo no serlo? Después de todo, estamos creando un bebé. Cuando empecé a investigar la opción de maternidad gestacional, encontré sitios web y foros que usaban abreviaturas para todo, que para una persona que nunca ha tenido que someterse al proceso de in vitro era como intentar comprender chino, así que intentaré tomarme un segundo extra para escribir las palabras enteras y explicarlas lo mejor posible.

Aquí va... cuando se crea un bebé en el cuerpo de la mujer, generalmente uno de los dos ovarios de la mujer produce un óvulo, los espermatozoides de su pareja lo fertilizan dentro de su cuerpo (in vivo versus in vitro) y el óvulo fecundado se implanta en el endometrio, el que recubre las paredes del útero y está compuesto por nutrientes para alimentar el embarazo en su etapa más temprana. En el momento del ciclo en el que ocurre la implantación del óvulo fecundado, ese endometrio está en su punto de mayor grosor y riqueza de nutrientes, gracias a las hormonas que el cuerpo produce en forma natural.

Cuando se crea un bebé afuera del cuerpo, in vitro, es un proceso muy complejo y costoso. Entonces, para aumentar las posibilidades de éxito, necesitas producir más de un óvulo. Para esto, se utilizan hormonas inyectables; versiones sintéticas de las que se producen naturalmente para lo mismo, sólo que en cantidades mayores: FSH o hormona estimulante de folículos, la que estimula a ambos ovarios para que produzcan folículos (unos granitos en los ovarios que pueden contener cada uno un óvulo). Mientras estos maduran, los médicos vigilan el ciclo de la mujer muy de cerca, para evitar la sobreproducción de óvulos (la que puede ser peligrosa). Para esto, hay que despertarse tempranito (6 am), ir a la clínica y someterse a ecografías y análisis de sangre a diario. Una vez que los médicos están seguros de tener suficientes óvulos, y que estos están listos para ser fertilizados, los “recuperan”. No voy a entrar en detalles acerca del procedimiento, pues es un poco chocante... Si realmente quieres saber cómo lo hacen y no te da nervios, pregúntame en persona y te lo explicaré mejor al tiempo que arrugo la nariz. Esta es la parte que más miedo me da por ahora.

Bueno, los óvulos que recuperan no serán todos viables, y de aquellos que sí lo son, no todos sobrevivirán post-fertilización. Algunos de ellos morirán antes de cumplir 5 días post-fertilización – el tiempo que demoran antes de transferir los embriones al útero de la madre portadora, de modo que aún si logran cosechar 20 óvulos, terminaremos con muchos menos embriones una vez llegada la fecha de la transferencia. La razón por la que esperan cinco días, es que para entonces, el óvulo fecundado se habrá dividido en setenta a cien células y será un “blastocito”. Dos días menos y es sólo una pequeña mórula de 8 células. Increíble, ¿verdad? Los embriones que no llegan a la etapa de blastocito, probablemente no serían lo suficientemente fuertes como para implantarse, por lo que una transferencia de blastocitos aumenta las posibilidades de éxito.

Hasta ahí llega nuestro “trabajo biológico” en este proceso, y empieza el trabajo de Sheona, que será mucho más arduo. Mientras yo esté estimulando mis ovarios, ella estará preparando su vientre para recibir a estos embriones. Esto lo logrará mediante el estrógeno que tomará en forma oral. Una vez recuperados mis óvulos, ella tendrá que empezar a inyectarse progesterona, una segunda hormona que ayudará a los embriones a sustentarse y “agarrar” hasta que el embarazo haya completado la “construcción” de la placenta, la que asumirá ese papel una vez lista. Las inyecciones de progesterona al parecer duelen mucho, pues vienen en aceite y son intramusculares. Ya hablaremos más de esto llegado el momento.

Creo que para mí lo que más me intrigaba era cómo sincronizarían nuestros ciclos menstruales para que el proceso de ovulación – fertilización – implantación se desenvolviera como si estuviera sucediendo en un solo cuerpo. Quiero decir, hormonalmente, las dos debemos estar en el mismo momento exacto de nuestros ciclos menstruales respectivos. Pero, al parecer esta es la parte más fácil. Lo logran al suprimir nuestra ovulación por completo lo que en efecto nos pone en el mismo “día” de nuestros ciclos. Una vez ahí, pueden jugar con nuestros ciclos todo lo que quieren. Sólo tienen que darnos las hormonas correctas en los momentos indicados y pueden simular un ciclo regular único en dos cuerpos diferentes. Me parece demasiado increíble.

En resumen, las próximas fechas importantes son:

21 de enero: sesión de aprendizaje de Sheona y Jon
24 de enero: sesión de aprendizaje de Patty y Andrés
25 de enero: Patty y Sheona comenzarán las inyecciones de Lupron (supresor de ovulación)
8 de febrero: Patty comenzará su estimulación con Puregon (estimulante de producción de óvulos) y Sheona comenzará a preparar su útero con estrógeno.

Después de eso, dependerá de cómo reaccionen mis ovarios a los medicamentos. Y por supuesto que los tendré a todos al tanto de todos los detalles morbosos.

Thursday, January 24, 2008

Agreement

January 18, 2008

Everyone says that once you bring lawyers into the mix, things can get nasty. But what can you do? Some events in life require legal counsel and a proper agreement. So much is at stake for both parties; things no one thinks about in the “dreaming” stage. In our case, each party needed to retain a lawyer and we, the “intended parents” as we are now known, had to pay for all legal fees. So on top of the dreaded lawyers, there was the dreaded bill looming at the end of the line. Although I wouldn’t say that things got nasty, they did at some points get a bit dramatic and they definitely got very long and thus very expensive in the end. Regardless, the end product was consensus and we hope it will be worth every penny.

The four of us signed the final agreement last Monday (January 14) and celebrated with a bit of bubbly. Sheona is already on the pill to suppress her ovulation. Next week will be a busy one. On Monday (January 21), Sheona, Jon and I will go to her “Teaching Session”, as they call it, at the IVF Clinic. This is where we’ll get the rundown of all the drugs she will need to take, when to take what, and how to take them. Some are injectable, others are in pill form, or may be in suppositories... we’ll see. Then, on Thursday, Andrés and I will be going for our “Teaching Session” to get the same information, but for my particular set of drugs.

A lot of people complained to me last week about the medical details being too technical for them, so I’ll attempt to explain the process in layman’s terms, although it IS very technical and complex. We are making a baby after all. When I started researching the topic of surrogacy, I ended up at site and message boards that used cryptic abbreviations for everything and so I’ll spare you those and take the extra half a second it will take me to actually spell out “birth control pill”, for instance.

Anyways, here goes: when you make a baby in your own body, usually one of your ovaries produces one egg, your partner’s sperm fertilizes it in your body (in vivo as opposed to in vitro) and the fertilized egg implants in your uterine lining, which is thick and rich with nutrients at that point in your cycle, thanks to the hormones you naturally produce.

When you make a baby outside of your body, it is a very complex and expensive process, so to increase your chances of success, you need to make more than one egg. For this, you inject yourself with the same hormone you would naturally produce for the same purpose, only in greater quantity: FSH or follicle stimulating hormone. This stimulates both your ovaries to produce follicles (little “pimples” in the ovaries that each contain an egg inside). While these mature, you have to be closely monitored because you can over-produce eggs and that can be dangerous, so you wake up every morning at 6 am, drive to the clinic and get blood tests and ultrasounds. When the doctors are confident that they have enough eggs and that they are ripe enough, they retrieve them. I won’t go into details on this procedure, ‘cause it’s kind of scary... If you really want to know how they do it and you’re not squeamish, ask me personally and I’ll be glad to explain further while I cringe. This is the part that I’m most nervous about at this point.

Anyway, the eggs they retrieve will not all be good enough to fertilize, and those that are will not all thrive after fertilization; some will not survive the five days post fertilization, so even if they harvested 20 eggs, chances are we’d end up with a lot less embryos when the embryo transfer date arrives. The reason they wait for five days is that by then, the egg will have divided into a seventy to one hundred-cell “blastocyst”. Two days less and we’re talking only 8 cells. Isn’t that amazing? The embryos that don’t make it to that stage are probably not strong enough to implant, so transferring five day blastocysts increases your chances of success.

That is the end of our biological “job” in this process and the beginning of Sheona’s much longer one. While I’ve been stimulating my eggs, she’ll have been preparing her womb to receive the embryos. She’ll be doing that by taking estrogen, another hormone. After they retrieve my eggs, she’ll also have to take progesterone, a second hormone that helps the embryos latch on and stay there, until the pregnancy has completed the placenta, which will then take over that roll. The progesterone injections are apparently quite painful, as it is a thick oil that is injected into the muscle. More on that when the time comes.

I guess the most intriguing part for me was how they will sync our cycles to run the process of ovulation – fertilization – implantation as if it where in the same body, meaning that hormonally, we need to be in the exact same moment of the 28 day menstrual cycle. But, it seems this is the easiest part. They suppress our ovulation altogether, effectively putting us both on the same “day” of the cycle. Once there, they can play with us as they wish. They just give us the right hormones at the right times, and we’ll be mimicking one regular cycle in two separate bodies. I find this too cool.

To summarize, the next important dates are:

January 21: Sheona and Jon’s teaching session
January 24: Patty and Andrés’s teaching session
January 25: Patty and Sheona to start Lupron (ovulation suppressant)
February 8: Patty to start stimulation with Puregon (FSH) and Sheona to start preparing her uterus with estrogen.

After that, it will depend on how my ovaries react to the drugs. And I will of course keep you all posted on all the gory details.

Monday, January 07, 2008

Nuevo año, primer ciclo

7 de enero de 2008

1:30 a.m.
Keaton nació sano y hermoso, y con casi once meses de edad está en la etapa más adorable – mirándolo todo con ojos enormes llenos de asombro, arrugando la nariz, mostrando sus dientecitos, maravillado por las cosas más pequeñas de la vida. Nadie en esta tierra puede mirarlo a los ojos sin sonreír. Su existencia es un constante recordatorio de las posibilidades que tenemos por delante.

El proceso real de la maternidad gestacional es drásticamente diferente a la noción romántica que uno tiene tras esa primera oferta asombrosa. Es mucho más que un simple gesto de generosidad de parte de una amiga querida. Empieza con ese ofrecimiento y rápidamente se pone en manos de abogados cuyo trabajo es redactar un acuerdo que intente temerariamente considerar todas las circunstancias posibles: ¿qué pasa si la portadora gestacional es irresponsable con su dieta y estilo de vida durante el embarazo? ¿Y qué si el embarazo está condenado y queremos que aborte, pero ella decide (porque es su cuerpo por lo que es su decisión) ignorar nuestra decisión? ¿Qué hacer si hay más de dos bebés en su útero y necesitamos considerar la reducción selectiva de uno de los fetos? ¿Y si nos morimos antes de que nazca el bebé? Estas posibilidades dan vueltas por nuestras mentes y abren la puerta a otras posibilidades que no fueron consideradas en la primera versión del acuerdo: ¿y si Sheona tiene mellizos y su panza termina fláccida al punto de no poderla devolver a su estado original con dieta y ejercicio? ¿Y qué hay de las posibilidades de complicaciones físicas y sicológicas post parto? ¿Y si el contrato de empleo de Jon en Vancouver se reanuda por otra temporada? Y así el acuerdo ha ido y venido e ido otra vez, todavía sin firmar. La buena noticia es que hemos llegado a lo que creemos es un acuerdo mutuo y estamos ahora a la espera de la versión final de la abogada, que el abogado de Sheona y Jon la revise con ellos y que finalmente firmemos el acuerdo. Y sería ideal que todo esto sucediera mañana, por ejemplo, ¡por que me llegó mi regla hoy!

Bueno, ya estaba yo imaginándome que me llegaría la regla alrededor del 8, más o menos. Emocionalmente, había estado en pausa durante los últimos dos años, desde la oferta de Sheona, su embarazo y parto, todo el proceso legal con sus dramas, y las fiestas de fin de año, a sabiendas que el momento se acercaba. Luego, hoy, me llega la regla e inmediatamente entro en estado de “maternidad”. Increíble. Quiero decir, todavía no estoy convencida de que esto se hará realidad. He evitado hacerme ilusiones por tanto tiempo, recordando cada momento de emoción y posterior sensación de pavor, desilusión y duelo que sentí con cada uno de mis cinco embarazos, sin embargo, una pequeña dosis de ilusión ha logrado atravesar mi mecanismo de defensa y he comenzado a sentir que esto puede volverse realidad. Que esta podría ser nuestra oportunidad. ¡Ha llegado el momento de averiguarlo!

Nuestros abogados están al tanto de mi ciclo; he informado a la clínica y a Sheona y Jon y estamos en ascuas, esperando la versión final del acuerdo.

Mañana veré a mi hematóloga para concebir un plan para mi anticoagulación durante la etapa de producción y cosecha de óvulos. Lo último que supe es que tendría que cambiarme de warfarina a fragmina, pues esta última tiene una semivida más corta, de modo que puede ser suprimida justo antes de que inserten la aguja en mi abdomen para cosechar los óvulos. También me enteré que, lamentablemente, tendría que tomar prednisona para suprimir mi sistema inmune y aumentar mi conteo de plaquetas antes del procedimiento de “cosecha”. El procedimiento debería realizarse cerca de la fecha de mi cumpleaños, el 18 de febrero, por lo que imagino que la prednisona no será necesaria hasta que me empiece a inyectar Lupron, para suprimir mi ovulación, el 26 de enero. Desde ese momento y en adelante, según entiendo de lo que he leído en la Internet, seguiríamos con Lupron hasta que me venga la regla con ovulación suprimida, alrededor del 2 de febrero. Luego, me empezarían a dar Puregon, para estimular la formación de folículos, y tendría que ir a monitorear mi ciclo a diario, con análisis de sangre y ultrasonidos. Cuando ambos análisis rindan resultados óptimos (queriendo con eso decir que los niveles hormonales estén donde tengan que estar y que tenga yo suficientes óvulos), me inyectaría una dosis única de hCG, una hormona que hace las veces de la hormona luteinizante y prepara a los folículos para que liberen sus óvulos. Sin embargo, antes de que éstos lo hagan, los buenos doctores me insertarán una señora aguja y se robarán los óvulos de ambos ovarios para poder realizar la fertilización in vitro con los espermatozoides de Andrés. Cinco días más tarde, trasladarán a dos de los embriones supervivientes al útero de Sheona y congelarán a los restantes (que esperamos sean varios, ojalá 5, para poder volver a intentar si no funciona a la primera, sin necesidad de cosechar más). Si todo va de acuerdo a este calendario provisorio, nos enteraríamos si el embarazo “agarró” hacia fines de febrero, comienzos de marzo.

Pero no nos adelantemos demasiado. Por ahora, no tenemos un acuerdo firmado y recién comienza mi primer ciclo menstrual del año. Queda todavía tanto por averiguar y vivir antes de llegar a ese punto. Ha comenzado un año pleno de posibilidades.

New Year, First Cycle

January 7, 2008

1:30 a.m.
Keaton was born a healthy, lovely little boy, and at almost 11 months, he is at his cutest – staring wide-eyed at everyone, wrinkling his nose, showing his teeth, amazed at the smallest things about life. No one on this earth can seriously look at him and not smile. His existence is a constant reminder of the possibilities that lie ahead for us.

The actual process of a gestational surrogacy is worlds away from the romantic notion behind that first amazing offer. It is far more than just a friend making an enormously generous offering. It starts with that offer and then is put in the hands of lawyers, whose job it is to draft an agreement that boldly attempts to consider all possible scenarios: what if the gestational carrier is reckless with her diet and lifestyle during the pregnancy? What if the pregnancy is doomed and we want her to abort, yet she decides (since it is ultimately her decision – it is her body) against terminating? What if there are more than two babies in her womb and we need to consider selective reduction? What if we both die while she carries our child? These scenarios swirl about in our brains and open up the door to other possible scenarios not considered in the first draft: what if Sheona carries twins and ends up with a flaccid belly that diet and exercise cannot help? What if there are physical and/or psychological complications post birth? What if Jon’s job in Vancouver is renewed another season? And so the draft agreement has gone back and forth and back again, and has still not been signed. The good news is that we have arrived at what we think is an agreement and we are now only awaiting the lawyer’s draft, Sheona and Jon’s lawyer to review it with them and us all to finally sign the contract. It would certainly be ideal if this all happened tomorrow, for instance, since I got my period earlier today!

OK, so I was expecting my period to arrive on the 8th more or less. Emotionally, I have been a bit “dormant” for the last 2 years, through Sheona’s offer, pregnancy and birth, through the entire legal process, which came with its share of drama, and through the holidays, knowing the time was near. Then, today, I get my period and I immediately go into baby making mode. Incredible. I mean, I am still by no means convinced that this will happen. I have been fighting back the feeling of excitement for so long, reliving every moment of excitement and subsequent dread, disappointment and grief I went through in each of my five pregnancies, yet all of a sudden a little dose of excitement has made it through my defense mechanism and I have started to believe this could be for real. This could be it. Our time to find out has arrived!

Our lawyers are aware of the start of my cycle, I have informed the clinic and Sheona and Jon and we are all on tenterhooks, waiting for word on the final draft agreement.

Tomorrow I will see my hematologist to etch a plan for my anticoagulation during the egg production and retrieval stage. Last I heard, I would need to switch from warfarin to fragmin, which has a shorter half life, so can be shut off just before they stick a needle in my abdomen to retrieve the eggs. I also found out that, regrettably, I would need to go on prednisone to suppress my immune system and boost my platelet count before the retrieval procedure. The procedure should happen around my birthday, February 18, so I imagine the prednisone will not be necessary until I am started on the Lupron, to suppress my ovulation, on January 26. From that point on, from what I gather from the Internet, we continue on Lupron until I get a period with ovulation suppressed, around February 2nd. Then I am started on Puregon, to stimulate follicular development, and I go in for daily cycle monitoring with blood tests and ultrasounds. When things are optimal on both blood results and ultrasound findings (meaning the hormone levels are where they need to be and if I have enough eggs), I give myself a single shot of hCG, a hormone that acts as luteinizing hormone and prepares the follicles to release their eggs. But, before this happens, the good doctors poke me with a giant needle and steal the eggs from both ovaries, in order to perform in vitro fertilization with Andrés’s sperm. Five days later, they will transfer two of the surviving embryos into Sheona’s womb and freeze the remaining embryos (hopefully, we have a few left over– maybe 5? – so we can try again if the first time doesn’t work, without having to harvest more eggs). If all goes according to this tentative calendar, we will be finding out if the pregnancy “took” towards the end of February or beginning of March.

But let’s not get too ahead of ourselves. Right now, we have no signed agreement and I have only just started my first cycle of the year. There is still so much to find out and experience before we can get to that point. A year filled with possibilities has begun.

Friday, October 26, 2007

Maternidad gestacional: Capítulo 2

26 de octubre, 2007

La única condición que tenía Sheona era tener un segundo bebé antes de tener el nuestro. Ella y Jon estaban en pleno proceso de tratar de embarazarse y, de hecho, habían perdido un embarazo unos meses atrás. Nosotros estábamos – y seguimos estando – un tanto incrédulos, constantemente preguntándonos si en una de esas lo pensaría un poco mejor y se daría cuenta de lo loca que era de ofrecerse. Para darle un tono de realidad al asunto, decidimos arrancar el proceso y pedimos cita con el Dr. Laskin ese verano. Su clínica, LifeQuest, se especializa en temas de infertilidad y ya habíamos trabajado con ellos cuando intentábamos “arreglar” mi problema con anticoagulantes, durante mis últimos dos embarazos. El Dr. Laskin estaba feliz de que hubiéramos decidido pasar a una alternativa que tenía mejores probabilidades para nosotros, y estaba aún más feliz de enterarse que teníamos una amiga tan desinteresada que quisiera darnos un regalo tan maravilloso. Sugirió que los cuatro viéramos a Sherry, la consejera de la clínica, para que pudiera evaluar nuestro nivel de preparación y compatibilidad para sobrellevar un proceso semejante. Rápidamente pedimos cita y a comienzos de junio tuvimos una sesión de cuatro horas con ella. Primero estuvimos los cuatro en una sala con Sherry, donde nos explicó los aspectos básicos de la maternidad gestacional. Luego, Sheona y Jon se sentaron a conversar con ella por dos horas. Finalmente nos tocó a nosotros conversar con ella por el tiempo restante. Sherry concluyó que conformábamos el equipo ideal, que conocíamos nuestras limitaciones y que compartíamos una política de franqueza que sería muy útil, ya que es un proceso tan cargado de emociones donde puedes empezar a sentir inseguridad porque por un lado piensas que estás en deuda con tu amiga porque ella te dio un hijo, pero por otro lado es una deuda que jamás podrás retribuir adecuadamente; puede que creas que en cualquier minuto cambiará de parecer y para evitarlo te comportas como si pisaras huevos. Nos puso nuestro arreglo para cuidar a los perros como ejemplo. Dijo algo como, “Puede que sientas que no puedes decirle que no, aún cuando no puedes cuidar de Rosa. Y, a la inversa, puede que ellos no les quieran pedir para no hacerles sentirse obligados. Y así, de repente, la relación abierta y franca que tienen podría volverse cauta y cortés, o peor – podrían empezar a disfrazar sus sentimientos reales con expresiones falsas y dejar que la tensión se acumule por dentro. No tienen que sentirse obligados a invitarse los unos a los otros a cada cena que organicen, así no es como se comportan regularmente. Tendrán que hacer un esfuerzo por no dejar que la dinámica de la relación cambie demasiado. No pueden dar nada por hecho o dicho. Todo debe ser verbalizado”. Nos aconsejó seguir siendo sinceros y directos y que junto a sesiones con ella según fueran necesarias, debería irnos bien.

Por esos días, Sheona se estaba preparando para partir a Florencia a tomar un curso de producción de cine. Estaba muy ocupada con los preparativos y recuerdo haber notado que el día de la sesión con Sherry se veía radiante. Una semana después, nos anunció que estaba esperando. Esto lo hizo todo aún más real, ya que su única condición se estaba cumpliendo.

También por esas fechas empezamos a hablar de documentar el proceso. Sheona es documentalista y productora de cine y era natural que quisiera producir un documental sobre una experiencia tan tirada de las mechas. Y como yo también soy una especie de documentalista – de mis propios pensamientos y de mi vida, a través de mis diarios – nos pareció una idea fantástica. Poco a poco, su idea evolucionó y pasó de ser un documental sobre el lado emocional del proceso, a ser una especie de cápsula de tiempo para el/la niño(a), para que al cumplir su mayoría de edad pudiera escucharnos narrar su prehistoria; esto en parte porque filmar cualquier parte del proceso tenía implicancias legales para la clínica que no estaban preparados para asumir. La idea de la cápsula de tiempo parecía ser además más orgánica, y no tan “producida” como podría ser la otra.

Sheona partió a Florencia sola, embarazada de su segundo hijo. No le gustó mucho el curso mismo, pero le fascinó Florencia. Jon y Henley la fueron a visitar hacia el final de su estadía. No me puedo imaginar cuánto debe haber extrañado su casa y su familia a esas alturas. Seis semanas sin tu hija, tu pareja, tu almohada, tu perra, tus calles, tu rutina, tus amigos, tu cama... y encima estando embarazada, completamente hormonal y sensible... muy difícil. Pero ella es muy audaz. Admiro completamente su actitud con la vida. Siempre busca lo positivo, lo práctico. No pierde la calma. Otra sorpresita fue que regresó de Florencia con un diamante en el anular. Jon le había pedido que se casara con él y ella le había dicho que sí, mientras se tomaban un café frente al Giardino di Boboli – ¡¡¡QUÉ ROMÁNTICO!!!

Pronto, la pancita de Sheona se empezó a notar y de repente se volvió tremendamente obvia! Las semanas volaron y se hizo más y más grande. Hablamos del parto y Sheona nos pidió que estuviéramos presentes para que viviéramos la experiencia de un parto en casa, para que lo consideráramos como alternativa llegado el momento. Y así, de pronto, llegó febrero y su fecha. Organizamos una especia de shower de último minuto. Así parece que es la cosa con un segundo hijo. Pero fue idea de Sheona hacerlo en un bowling, para que pudiera ser un evento más familiar al que pudieran asistir maridos e hijos, y evitar así la necesidad de contratar babysitter. Sheona jugó mejor que nadie. Con su espalda al resto, apenas podías notar que estaba embarazada. Se ponía en posición, daba sus pasitos y muy elegantemente lanzaba la bola, al tiempo que deslizaba una pierna tras otra. Luego se paraba derecha, esperaba a que su bola derrumbara los bolos y se volteaba haciendo un bailecito victorioso. Hasta a mí me sorprendía cada vez que lo hacía ver su panza de nueve meses cuando se volteaba. Logró casi puras chuzas en los dos juegos que completamos. ¡Increíble!

Esa noche, al poco tiempo de llegar a casa, nos llamó Sheona, con una calma envidiable, a decirnos que estaba casi completamente segura de que estaba teniendo contracciones, que estaban calculando los intervalos y que nos avisarían. Una hora después, Jon llamó, no tan calmado, y dijo que la matrona estaba en camino, que los intervalos entre contracciones eran cortos y constantes y que deberíamos estar listos para partir en cualquier momento a su casa. 45 minutos más tarde, llamó otra vez a decir que mejor nos apurábamos, que ya tenía 7 cm de dilatación. Les juro que no se demoró más de hora y media en dar a luz a Keaton. Yo estaba al pie de su cama con Henley en mis brazos cuando sucedió. Andrés estaba parado en el umbral del dormitorio. Fue una de las cosas más maravillosas e increíbles que jamás he visto. Y no pude sino pensar mientras observaba maravillada que quizás en un año y medio estaríamos repitiendo la experiencia y que sería nuestro bebé el que estaría viendo nacer. Henley corrió a conocer a su hermanito y abracé a Andrés fuertemente. Qué fuerte el encuentro de emociones, mitad llorando, mitad riendo de alegría.

Cuando trato de explicar lo que sentí, me cuesta decidir qué palabras usar. Tienen que entender que yo nunca había presenciado un nacimiento vivo. El estar ahí me hizo pensar en las dos bebitas que nunca pudimos conocer, de lo tristes que habían sido mis dos partos. Esta experiencia era el polo opuesto: uno de esos momentos breves de la vida que conjuntamente forman lo que conocemos como felicidad.

Surrogacy: Chapter 2

October 26, 2007

Sheona’s only condition was that she wanted to have another baby before she had ours. She and Jon were already actively trying to get pregnant and in fact had had a miscarriage a few months before.

We were – and still are – a bit incredulous, constantly wondering if she’d think about it some more and realize how nuts she was to offer. To make it feel more real, we all decided to set the wheels of the process in motion and made an appointment with Dr. Laskin that summer. His clinic, LifeQuest, specializes in infertility issues, and we had already worked with them attempting to “fix” my problem with anticoagulation during my last two pregnancies. Dr. Laskin was happy we had decided to move on to a more probable scenario and even happier to learn that we had such a selfless friend wanting to give us such an amazing gift. He suggested the four of us see Sherry, their counsellor, so that she could assess our level of preparedness and compatibility for such a procedure. We quickly made an appointment and went to our four hour session with her in early June. First it was the four of us in a room with Sherry, where she explained the basic aspects of surrogacy to us; then, Sheona and Jon saw her for two hours and we saw her for the remainder of the time. Sherry told us she thought we made an ideal team, that we all knew our limitations and that it seemed we shared a policy of frankness that would come in handy, since it is a process that is so emotionally charged and where you could start feeling insecure because on the one hand you may feel you need to “pay back” or that you owe your friend for carrying your child, and on the other hand you don’t want them to change their minds so you could also feel like you’re treading on eggshells. She gave us the example of taking care of each other’s dogs. She said something like, “You may feel like you can’t say no, even if you can’t take care of Rosa. And, conversely, they may not want to ask you to take care of Rosa, for fear of making you feel like you have to. All of a sudden, the open minded and frank relationship you have could become one of cautious politeness, or worse – you could start to mask your real emotions with fake ones and let tension build within. You don’t have to invite each other to every dinner party you organize, because that’s not what you do on a regular basis. You have to almost make an effort to not change the dynamic of the relationship too much. You can’t assume anything. Everything needs to be verbalized.” So she advised us always to be up front with each other and that together with sessions with her as needed, we should be ok.

At that time, Sheona was getting ready to go to Florence to take a film production course. She was very busy with preparations and I remember her looking radiant that day, at the counsellor session. A week or so later she announced she was pregnant. This made it even more real, since her only condition was being met as we spoke.

Around the same time, we started to talk about documenting the process. Sheona is a documentary filmmaker and producer and it was only natural for her to want to do a doc on such a crazy experience. Since I am also a documenter of sorts - of my own thoughts and life through my journaling - it seemed like a great idea right away. Little by little, her idea evolved from being a doc on the emotional side of the process, to being a time capsule for the child to be to uncover when s/he came of age, partly because filming any of the process had legal implications for the clinic that they were unwilling to assume. The time capsule idea seemed more organic too, and not as “produced” as the previous idea could have become.

Sheona took off for Florence on her own, pregnant with her second child. She wasn’t happy with the film course itself, but she loved Florence. Jon and Henley went to visit her towards the end of her stay. I can’t imagine how homesick and familysick she must have been by then. Six weeks away from your daughter and partner, from your pillow and your dog, from your streets and your routine, your friends, your bed... and on top of it all being pregnant, full-on hormonal and sensitive... really trying. But she is such a trouper. I totally admire her attitude toward life. She is just always looking at the bright side, thinking in practical terms. She’s very cool. :) Another little surprise was that she came back from Florence with a rock on her finger. Jon had proposed to her and she had said yes, having a coffee by the Giardino di Boboli – HOW ROMANTIC!!!!

Soon, Sheona’s tummy was starting to show and then was just so obviously there!! The weeks flew by and it got bigger and bigger. We talked about the birth and Sheona wanted us to be there to witness the experience of a home birth, so we could consider it as an alternative when our time came. All of a sudden, February was here and her due date was just ‘round the corner. We organized a sort of baby shower at the last minute. I guess that’s how it goes with a second child. But it was Sheona’s idea to do it at a bowling alley so that it could be a more family-oriented thing and husbands and children could come too, so no need for babysitters. Sheona bowled better than any of us. You could barely tell she was pregnant from behind. She would take her bowler stance and then do her little steps and gracefully fling one leg behind the other as she let go of her ball. Then she’d stand up straight, wait for her ball to strike the entire set and then turn around and do a little celebration dance. It was shocking even to me every time she’d turn around and you could see her full term belly. She almost nailed them all, scoring an almost full row of strikes on both games we played. Unbelievable!

That night, shortly after we arrived home, we got a call from Sheona saying she was pretty sure she was having contractions, that they were timing them and would let us know. An hour later, Jon called and said that the midwife was on her way, that the contractions were pretty steady and that we should be ready to come over at any time. 45 minutes later, he called back saying we better get moving, that she had dilated 7 cm. I’m not kidding when I say it took about another hour and a half for her to push Keaton out. I was standing at the foot of their bed, with Henley in my arms, when it happened, Andrés standing in the threshold of the room. It was the most wonderful, incredible thing to see. I couldn’t help thinking as I watched in amazement how maybe, just maybe, we’d be doing this again in a year and a half and it would be our baby we’d watch being born. As Henley joined her family on the bed to coo over her new baby brother, I hugged Andrés tightly and half-cried, half-glowed with joy and emotion.

When I think of how to explain what I felt, I have a hard time deciding which words to use. You have to understand, I had never witnessed a live birth before. Being there made me think of those two baby girls that could have been, of how sad my two deliveries had been. This was the total opposite: it was one of those brief moments in life that together form what we call happiness.

Thursday, October 25, 2007

Comienza nuestro viaje de maternidad gestacional...

1º de abril, 2007

Una tarde, hace casi un año, nuestros amigos Sheona y Jon vinieron a visitarnos después de nuestra quinta pérdida. Esa visita culminó con una propuesta increíble que está por lanzarnos en un viaje maravilloso: la maternidad gestacional.

Algunos antecedentes para aquellos que no conocen la historia... Sheona, Jon, Andrés y yo nos conocimos en el invierno del 2001/2002 a través de un amigo en común. La primera vez que nos vimos fue en la casa de este amigo, quien nos había invitado a cenar. De inmediato congeniamos, por lo que estuvimos muy contentos de reencontrarnos ese verano en la boda de nuestro amigo. En aquella ocasión, estábamos felices de anunciarles que yo estaba de casi cuatro meses de embarazo y que me estaban tratando con anticoagulantes. Estábamos optimistas y ellos estaban felices por nosotros.

Lamentablemente, ese tratamiento no dio resultado y a fines de septiembre, cuando se empezó a comprometer mi salud, nos vimos frente a la inexplicablemente difícil decisión de abortar el embarazo a las 22 semanas. Está de más decir que estábamos deshechos. No sólo habíamos perdido a otro hijo; esta vez, para complicar las cosas aún más, me tuvieron que inducir y tuvimos que vivir el proceso de parto de esta criaturita sin vida. Como el embarazo era de más de 20 semanas gestacionales, por ley tuvimos que coordinar con una funeraria la disposición de su cuerpo. No era justo lo que estábamos viviendo, pero no queríamos darnos por vencidos todavía. Decidimos dejar pasar uno o dos años y volver a intentar.

Unos meses después, nuestro amigo común nos invitó a ver una obra de teatro en la cual actuaba y nos reunimos todos otra vez. Andrés y yo estábamos por viajar a Chile a visitar a nuestras familias y estábamos quejándonos de lo caro que era contratar a alguien que cuidara de nuestro perro durante nuestra ausencia. Sheona y Jon estaban de acuerdo y decidimos presentar a nuestros respectivos perros, Rosa y Lucas a ver si se llevaban bien. Esa noche conversé largo rato con Sheona y le conté los pormenores de nuestros cuatro embarazos fallidos y de nuestro deseo profundo de empezar una familia. Mi actitud, en vez de echarme a morir – que ganas no me faltaban – era más bien de “arreglar” el problema. Un médico había investigado mis pérdidas y me estaba ofreciendo un tratamiento que podría ayudarme a llevar un embarazo a término.

Ese invierno, viajamos a Chile y nos llevamos las cenizas de nuestra bebita para esparcir en el mar, en la playa frente al lugar donde Andrés y yo nos habíamos casado. Cuando regresamos del viaje, Sheona y Jon tenían buenas nuevas... ¡Sheona estaba esperando! El ciclo interminable de la vida se hizo evidente, y el comienzo de esta nueva vida – un milagro verdadero – dio paso a otro comienzo: nuestra amistad.

Empezamos a cuidar de nuestros respectivos perros cuando nuestros respectivos viajes lo requerían. A raíz de esto empezamos a vernos con más frecuencia, estrechándose más y más los lazos de amistad mientras atravesábamos etapas similares de la vida.

En la víspera del nacimiento de Henley, Andrés y yo estábamos en casa de Sheona y Jon cenando y maravillándonos de la panza medio cuadrada ya de Sheona. Le saqué fotos a su panza y a sus pobres pies hinchados para que pudiera luego maravillarse ella también, una vez que naciera el bebe. Nos parecía que en cualquier momento podría iniciarse el trabajo de parto, y cuando el teléfono sonó a las 6 de la mañana siguiente, nuestras sospechas fueron confirmadas: Sheona estaba en trance de dar a luz y sus ejercicios de respiración profunda estaban asustando a la pobre Rosa (porque Sheona dio a luz en casa). Fui a recoger a Rosa y a las pocas horas nació la hermosa Henley.

Un año y medio después, en enero del 2005, Andrés y yo estábamos listos para volver a intentar, así que llamamos a todos los médicos y pusimos manos a la obra. Pero el 2 de abril, sufrí una trombosis en una vena cerebral. La verdad es que tuve mucha suerte de sobrevivir sin secuelas. Inmediatamente empezaron un tratamiento con anticoagulantes - el que tendré que seguir por el resto de mi vida - y me internaron en el hospital por 10 días. Esto pospuso nuestros planes de embarazarnos hasta octubre del mismo año, cuando después de una resonancia magnética, los médicos determinaron que mis venas estaban de vuelta a la normalidad y nos dieron luz verde. Me embaracé por última vez ese mismo mes.

Esta vez, aparte del tratamiento anticoagulante, que igualmente tenía que seguir por mi propia salud, me recetaron rondas de inmunoglobulina intravenosa o Ig IV, una melaza de anticuerpos que supuestamente agitaría mi sistema inmune para impedir que atacara al feto. El embarazo se desarrolló muy bien en un comienzo. Los resultados arrojados por las decenas de exámenes indicaban que la placenta estaba como tenía que estar, las cifras de mis análisis de sangre eran óptimas y en todas las ecografías el feto y la placenta se veían perfectos. Mientras tanto, yo no me sentía muy perfecta que digamos. Los tratamientos de Ig IV me produjeron una reacción similar a los síntomas de meningitis, con un dolor insoportable de cabeza y a todo lo largo de mi columna vertebral; las náuseas me tenían verde, tumbada en la cama y no podía ni levantarme a comer pues el solo pensar en lechuga incluso me hacía vomitar. Un día, mi pobre y frustrado marido se enteró de la existencia de una pildorita llamada Diclectin que me ayudó muchísimo y con la que recobré el apetito sin temor a la horrible náusea.

El único temor que me quedaba era el ultrasonido de las 19 semanas. Nunca había logrado pasar ese hito del embarazo sin problemas. Mi tercer aborto espontáneo fue descubierto en esa eco, y mi cuarto embarazo fue sentenciado justo después de esa eco. Igualmente traté de tranquilizarme, diciéndome que todo saldría bien esta vez. Dado el resultado del último embarazo con los anticoagulantes, pensé que a lo más podrían encontrar que no todo estaba bien, pero que tendríamos suficiente tiempo como para llevarme a un punto en el que podría dar a luz a un bebe prematuro con grandes posibilidades de supervivencia. Eso pensaba mientras me escaneaban la panza, por lo que fue un golpe tremendo enterarnos que la bebe ya había fallecido, quizás dos o tres semanas antes. Ese día se convirtió en uno de los días más largos de nuestras vidas pues tuvimos que esperar mucho para ver a los médicos, tratando con todas nuestras fuerzas mantenernos compuestos, ser cuerdos y no venirnos abajo, pero a la vez sintiendo una vulnerabilidad tremenda y una desilusión profunda. Finalmente, me internaron en el hospital ese mismo día para poder inducirme. Descontinuaron los anticoagulantes y al día siguiente indujeron el parto. Me quedé en el hospital un día más, hasta poder ver a todos mis médicos, y nos fuimos a casa otra vez vacíos y resentidos.

¿Qué podíamos hacer ahora? Me habían dicho que era muy probable que jamás pudiera tener un embarazo exitoso. Los embarazos afectaban mi cuerpo cada vez más, demorándose este cada vez más en recuperarse y, ahora que había sufrido una trombosis, teníamos que tener más cuidado. Mi doctor sugirió la maternidad gestacional como opción, ¡pero nos parecía tan artificioso! No obstante, supongo que como parte del esfuerzo para recuperarme emocionalmente de esta pérdida, empecé a investigar el tema en la Internet. Hasta contactamos a una “agente” de madres portadoras para preguntarle cómo funcionaba el proceso. El costo nos dejó helados, y el costo de adopción era también bastante alto.

De repente, una tras otra, mi hermana y nuestras amigas se empezaron a ofrecer como madres portadoras. ¡Qué bendición! No podíamos creer su generosidad, pero no nos sentíamos cómodos con la idea. No dudamos nunca la sinceridad de tremendo ofrecimiento, pero esta alternativa nos parecía medio loca desde el principio y siempre pensé que preferiría hacerlo con una extraña que con una amiga cercana.

Hasta que vinieron Sheona y Jon esa tarde a vernos. Le comenté a Sheona acerca de mis indagaciones y ella me dijo algo como, “Nosotros también lo hemos estado considerando”. No sé por qué yo pensé que me estaba diciendo que ellos también estaban pensando en encontrar a una madre portadora para aumentar su familia; quizás porque en mi mente ella y yo estábamos pasando por algo parecido, pues ella había sufrido una pérdida a comienzos del año; quizás porque posparto tenía la cabeza siempre en la luna – o quizás es que un ofrecimiento de ese nivel de generosidad y altruismo es lo que uno menos espera escuchar... Luego la cortina se abrió y me di cuenta que ¡se estaba ofreciendo a ser NUESTRA madre portadora! Y sucedió algo tan extraño.... esta vez sí sentí que era la persona perfecta para hacerlo.

Así es como comienza esta historia, una tarde de abril como hoy.

Friday, March 30, 2007

The Surrogacy Journey Begins...

April 1, 2007

One afternoon, almost a year ago, our friends Sheona and Jon came over to our house to visit us after our fifth miscarriage. That visit ended with an unbelievable proposal that is about to take us on an amazing journey: surrogacy.

A little back story for those who are unfamiliar with how it all began... Sheona, Jon, Andrés and I met in the winter of 2001/2002 through a mutual friend. The first time we saw each other was at this friend's apartment, where we were invited to dinner. We instantly liked them and were happy when we saw each other again, the following summer, at our mutual friend’s wedding. On that occasion, we were thrilled to announce that I was about 4 months pregnant, and undergoing anticoagulation treatment. We were optimistic, and they were excited for us.

Unfortunately, the treatment didn’t work in the end and in late September, when my health had started to become affected as well, we were forced to make the impossibly difficult decision of terminating it, at 22 weeks. Needless to say, we were devastated. Not only had we once again lost a child. This time, to make things more intense, I had to be induced and deliver our little stillborn daughter. As she was over 20 weeks (gestation), we also had to arrange for her cremation through a funeral home. It was just not fair. Still, we were determined to not give up. We decided to take a bit of a break and try again in a year or two.

A few months later, our mutual friend invited us all to see him perform in a play and we all got together once again. At that time, Andrés and I were about to travel to Chile to visit our families and we were lamenting about how expensive dog sitters were. We decided that we should introduce their dog, Rosa, and ours, Lucas. Maybe, if they got along, we could dogsit for each other. Later that night, I shared with Sheona the story of our four failed pregnancies, and our deep desire to become parents. Rather than wallow in my sadness, a tempting enough thought, I was determined to “fix” the problem. A doctor had investigated my miscarriages and was offering a treatment that could possibly help me carry to term.

That winter, we travelled to Chile and took our baby’s ashes with us, to scatter in the ocean at the beach where Andrés and I had married. When we returned, Sheona and Jon had exciting news to report... Sheona was expecting! Life as a never-ending cycle was evident, and the beginning of this new life – a true miracle – gave way to another beginning: our friendship.

The night before Henley came into the world, ironically Labour Day, Andrés and I had dinner with Sheona and Jon and marvelled at Sheona's rather square looking belly. I took pictures of her belly and her poor swollen feet for posterity, so she could also marvel after the baby was born. It seemed that she could give birth that night, and when the phone rang at 6 am the next morning, our suspicion was confirmed. Sheona was in the throes of labour, and her heavy labour breathing was freaking Rosa out (as Sheona was delivering at home), so I drove over to pick her up. Beautiful Henley was born later that day.

A year and a half later, in January 2005, Andrés and I were once again ready to try, so we called the doctors and got busy. Then, on April 2nd, I suffered a thrombosis in a cerebral vein. Truthfully, I was lucky to have survived unscathed. I was immediately and permanently put on blood thinners and spent 10 days in the hospital. This put our baby plans on hold until October, when an MRI revealed my cerebral veins had fully recovered. I became pregnant again for the last time in October.

This time, aside from the anticoagulation treatment that I had to do anyway for my own health, I was also put on rounds of IV Ig, a syrupy goo of antibodies that was intended to busy my immune system to prevent it from zeroing in on the pregnancy. The pregnancy was going really well. The placenta was how it needed to be, all the blood tests were coming back with the right numbers, and the ultrasounds all looked good. I wasn’t feeling so great, though. The IV Ig was causing me to react with meningitis-like pain; morning sickness was unbearable and I gave up my life, practically, for days on end in bed, feeling green and unable to withstand the smell of even lettuce; until, one day, my poor frustrated husband found out about a little pill called Diclectin that could help. And it really did!! I was able to eat again without fear.

The only thing I feared was the 19 week ultrasound. I had never made it past that point with flying colours. My third miscarriage had been discovered at that ultrasound, and my fourth pregnancy was deemed as “doomed” after that ultrasound. But, I tried to reassure myself, told myself everything would be fine. Given the previous pregnancy, my thought was that this time they’d find something going awry, but that we’d have enough time to get me to where I could deliver a preemie with a good enough chance of surviving. I walked into that ultrasound with that thought, so it came as an enormous blow to find out the baby had already passed away, likely two or three weeks earlier. It turned into one of the longest days of our lives, as there was much waiting to see doctors, trying hard to be rational and not break down, but feeling incredibly vulnerable and disappointed. Finally, I was admitted into the hospital to be induced that same day. They took me off the anticoagulants immediately and induced labour the following day. I stayed in the hospital for another day until I was able to see all my doctors, and went home feeling empty and sore once again.

What were we going to do now? I was told that in all likelihood I was not going to ever have a successful pregnancy. My body was taking longer to recover each time and now that I had already suffered a thrombosis, we had to be cautious. My doctor had hinted at surrogacy as an alternative, but it seemed so far-fetched and contrived! But, I guess in an effort to recover emotionally from this loss, I dove into researching the topic. We even contacted an “agent” to ask about the process. The cost floored us though, and adoption was also very expensive. Then, all of a sudden, one after another my sister and our friends started to offer to be our surrogates. God bless them! We couldn’t believe their generosity, but somehow it didn’t feel right. I have no doubt that their offers were sincere, but already going this route to have a baby seemed a bit nuts. I just thought I’d rather do it with a stranger than a close friend.

And then Sheona and Jon came over that afternoon. I told Sheona about my research into the possibility of surrogacy, and she said something like “We’ve also been thinking about it”. I somehow took this to mean that she had also thought of turning to a surrogate to have her baby, I guess because she had also suffered a miscarriage earlier that year, and because my mind was somewhere else... Then the clouds parted and I realized she was offering to be OUR surrogate! And the weirdest thing happened... this time it felt like a perfect match.

This is how this story begins, one early April afternoon, much like today.

Saturday, May 27, 2006

EUROPA: De Londres a casa...

Alastair nos había recomendado llegar al Gare du Nord con al menos media hora de anticipación, así que eso hicimos. El Eurostar salía a la 1. Nos pareció increíble el despliegue de seguridad en la estación del tren. No sé si será lo mismo si viajas de Francia a España, pero viajar a Inglaterra era como ir a los Estados Unidos, ni más ni menos.

En el tren los asientos estaban ordenados de a dos, mirando hacia adelante, y algunos sets de cuatro asientos mirándose los unos a los otros, para viajar en grupo. No esperábamos que nos tocara este tipo de asiento, pero cuando llegamos a nuestros asientos vimos que tendríamos que mirar a la cara a una pareja de viejujos todo el camino. Pues nada, los saludamos muy amablemente y en su acento británico nos saludaron de vuelta.

Él tenía una cara tan divertida que parecía de mentira. El pelo blanco, un poco despeinado; los ojos verdes, grandes, muy separados y medio saltones, una nariz enorme con la punta gorda y llena de cicatrices, y - por supuesto - los dientes típicos del inglés, chuecos, manchados y quizás demasiados para el tamaño de su boca. Entre lo chueco de los dientes y lo highbrow de su acento, al comienzo nos costó mucho entender lo que nos decía, pero conforme nos íbamos acercando a “El Londres”, cada vez se hacía más claro. Ella era una mezcla entre la reina Isabel y la Pat Vincent: los ojos hundidos, los pómulos prominentes, los labios delgados. La definición de ingleses. Nuestra lata de tener que compartir el viaje rápidamente se esfumó. Conversamos todo el camino de política, historia, museos, viajes, lingüística... en fin, eran ultra cultos y viajados y MUY simpáticos. Ellos se comieron sus sándwiches y nosotros los nuestros y nos reímos todo el camino.

El Chunnel no fue nada espectacular. Es un túnel común y corriente. En los veinte minutos que demoró cruzarlo, no pensé ni una vez que qué nervios que estábamos debajo del agua. Encendí mi laptop y trabajé hasta el final del viaje, mientras Andrés y estos señores copuchaban de lo lindo.

Llegamos a Londres a las 3 de la tarde. Atrasamos los relojes una hora, agarramos las maletas y partimos al Underground a tomar el tren al hotel. Sabía en qué estación teníamos que bajarnos pero no había apuntado cómo llegar ahí desde Waterloo, que era la estación donde estábamos. Cambié los pocos euros que me quedaban por libras y fuimos a la boletería automática a ver si nuestras tarjetas de crédito habían vuelto a funcionar. Aunque la de Andrés no, la mía SÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ!!!!!!!!!!!!!!!!! Qué emoción!!!

No sabíamos qué tipo de boletos comprar. Allá los dividen por zonas y qué sabía yo cuántas zonas viajaríamos. Optamos por comprar un pasaje de ida nada más, los que nos costaron 8 libras!! Es decir, casi 16 dólares y medio por dos pasajes de metro... qué horror. Pero como no íbamos a probablemente ir a ningún lado en metro esa tarde, pensamos que no valdría la pena comprar el ticket para el día. En fin...

Vimos que desde Waterloo había que tomar el tren de la línea Bakerloo hasta Embankment y ahí cambiar de línea a la Circle Line, la que nos llevaría hasta nuestra estación: Bayswater. Parecía sencillo. En Embankment seguimos los letreros hasta la Circle Line westbound, la línea amarilla y cuando llegó el tren, nos subimos. Pero rápidamente nos dimos cuenta que el tren no era Circle sino District, la línea verde. Pero cómo?? Pues resulta que algunas líneas comparten andén... GRRRRRRR.

Vuelva a bajarse con las maletas. Por lo menos no teníamos que cambiarnos de plataforma. Ahí vimos que tenían unos cartelitos que anuncian qué tren viene y cuándo va a llegar. Les diré que incluso con ese cartelito y armados del mapa del Underground, no fue la última vez que por apuretes nos subimos al tren verde en vez del amarillo...

Fue un choque cultural para estos wannabe parisinos cuando salimos de Bayswater a la calle. Habían tipos con carteles publicitando restaurantes, otros con carteles publicitando hoteles, una bulla y locura... Y nosotros, recién llegados con nuestras maletas, tratando de ver para dónde había que caminar hacia el hotel... pues era obvio que éramos turistas y eso nos hizo un blanco perfecto. Después de navegar por el mar de gente que había en la calle, y haciendo caso a la orden marcada en la calle de mirar a la derecha antes de cruzar (cuántos turistas morirán atropellados en Londres por mirar al lado equivocado?!), fuimos al Tesco (como un mini market) a comprar agua y unas cervezas. De ahí, a caminar las cuatro cuadras al hotel.

El hotel era mucho más grande que el de París, aunque el ascensor era enano. Nuestra habitación quedaba en el primer piso (el segundo piso para los norteamericanos) y tenía piscina! Pese a nuestro entusiasmo inicial por lo de la piscina, y a haber llevado nuestras ropas de baño y hasta goggles, no la usamos ni una vez. Lo que más nos interesaba era el wireless pero ya vimos que había que pagar 10 libras por día y como estábamos multiplicando por 2,3 para convertir a dólares, nos pareció una burrada de plata. Al final de cuentas valía más la pena encontrar un Internet café.

Nuestra pieza tenía el techo altísimo y una salida al balcón. Esa noche conocimos a nuestro vecino, que también tenía acceso al balcón, un español de Granada que viajaba con su mujer. Total que el pata era traductor también así que hasta hicimos un buen contacto!

Mi única queja con esta pieza era que la alfombra y la cortina estaban inmundas. Pero en fin, no íbamos a pasar mucho tiempo ahí y llevábamos pantuflas así que no era problema. Desempacamos la compu, la aseguramos con el candado, nos cambiamos de ropa (hacía frío!) y partimos a caminar por el barrio del hotel. Para empezar, el barrio entero era un hotel tras otro. Todos igualitos. Fue un milagro que encontráramos el nuestro dado que los números de la calle son para confundir a cualquiera!

A tres pasos del hotel había una tienda, una botillería, un Internet Café y dos restaurantes. Estábamos MUY bien ubicados. Lamentablemente el Internet Café estaba siendo renovado y pese a que nos prometieron que para el lunes estarían abiertos, no creo que los vimos abrir antes de partir a Toronto. Pero la verdad es que no importó mucho: a cuatro cuadras estaba la calle Queensway, donde estaba el metro, mil tiendas, Whiteleys (un centro comercial) y puerta por medio era un cibercafé. Para la escasez que había en París, nos dejó súper sorprendidos. El más barato que encontramos costaba 50p por media hora y eso era todo lo que necesitábamos, al fin y al cabo era el fin de semana. Seguimos caminando al norte por Queensway, encontrando un Starbucks donde trabajaba un pata colombiano muy simpático, y entrando al Whiteleys donde había un Marks and Spencer (ya no teníamos ropa interior!). De ahí seguimos hacia Westbourne Grove y caminamos al oeste hacia Notting Hill. El barrio era muy “hip”, lleno de pubs y a esa hora estaban todos llenos. La gente va al pub después del trabajo y se encuentra ahí con sus amigos, se toman sus chelas en la calle; de hecho a veces veíamos gente parada varios metros más allá del pub con sus chelas en mano, conversando.

Seguimos por la misma calle hasta Portobello Road, donde los domingos hay “mercado”, más como una feria artesanal. Por todos lados habían carteles con advertencias para los turistas de tener cuidado con los carteristas. Las callecitas eran cuchis, pero no podíamos sino compararlas con lo que habíamos visto en Suiza y en Francia y la verdad es que no estábamos muy impresionados que digamos. Creo que el haber estado en países donde no se hablaba nuestro idioma nos había transportado a otro mundo y el volver a hablar en inglés, aunque los autos manejaran por el lado izquierdo de las calles, nos trajo de vuelta al planeta tierra. De repente deberíamos haber partido por Londres... Además ya estábamos cansados de tanto caminar y un poco “overwhelmed” con todo lo que habíamos visto. Tampoco ayudó mucho el clima gris, húmedo y hasta frío de Londres, cuando en París habíamos terminado en polera de manga corta, short y sandalias. Pero, en fin, nos repetíamos que “estábamos en Londres!!” y que había que aprovechar. Nos regresamos hacia el hotel bordeando el norte de Kensington Gardens/Hyde Park, y paramos a comer en un restaurante “Thai” donde no había ni un tailandés.... eran todos chinos. La comida era una porquería pero igualmente regresamos al hotel dispuestos a emperifollarnos y salir a carretear!! Era sábado por la noche en Londres, la capital del carrete!!!

Tanto emperifollo terminó siendo en vano, pues a pesar de que tienen ahora permiso para comprar alcohol en lugares con licencia de 24 horas, los tienderos sólo venden alcohol hasta las 10 y media y los pubs cierran a las 11. Hay que conocer a dónde ir, quién tiene licencia, a no ser que quieras ir a un nightclub y pagar un tremendo cover nada más para entrar. Ya no estábamos para esos trotes después de carretear tan rico en París. Terminamos compartiendo la botella de vino que traíamos de París con el vecino del hotel, copuchando hasta como la medianoche, y de ahí salimos a caminar a ver qué onda, pero rápidamente nos dimos cuenta que no había ni una onda y regresamos a dormir.

Al día siguiente cruzamos Kensington Gardens para ir a la tienda Virgin más cercana a comprar más minutos para nuestro celular londinense. El parque era precioso y estaba lleno de ingleses de todas las edades haciendo deportes, paseando al perro, leyendo y disfrutando del “casi sol”. Había una lagunita, the Round Pond, donde estaban navegando barcos a control remoto... muy lindo y MUY inglés... Después de hacer nuestra diligencia en Virgin encontramos un restaurante y bruncheamos ahí antes de partir al mercado Spitalfields al otro lado de la ciudad. Si hubiéramos ido más preparados, hubiéramos desayunado en el hotel (incluido con el cuarto) y nos hubiéramos ahorrado nuestra platita para comprar pilchas y reliquias en el mercado, pero en fin... ya aprendimos para la próxima.
Después del brunch caminamos por Kensington Church Street hacia el Underground de Notting Hill donde sí compramos los tickets diarios esta vez. Nos salieron casi 5 libras cada uno por día pero teníamos uso ilimitado del transporte público después de las 9 y media de la mañana, por las zonas 1 y 2, las más centrales. Con tickets en mano, partimos a la estación Liverpool Street, en el centro de Londres.

Al salir de la estación del metro, divisamos un edificio con la forma de un enorme huevo de Fabergé. Nos dejó ultra intrigados durante el resto de nuestra caminata porque aparecía y reaparecía entre los edificios. Después nos enteramos que el edificio es conocido como el Gherkin (pepinillo) y que el dueño es Swiss Re, una empresa reaseguradora - no tan interesante como su edificio.

El mercado Spitalfields era como una feria gigante donde vendían todo tipo de cosas, desde anteojos para el sol de la época de la pera (usados) hasta joyas y comida... de todo. Era una bulla y un gentío increíble. Saliendo del mercado y cruzando un par de callecitas torcidas llegamos a Old Brick Lane, que más que estar en Londres nos hizo sentir que habíamos llegado a Bangladesh! Qué gentío!! Habían cerrado la calle para la celebración del año nuevo y era la locura: puestos de mendhi, gente caminando con sus cocos verdes en mano (bebiendo agua de coco verde), una mezcla de olores y colores, y UN MONTÓN de basura por TODOS lados. Nosotros vivimos muy cerca a Little India en Toronto y nunca habíamos visto tanta basura después de un festival de calle. No sé si estaba quizás muy sensible pero me chocó muchísimo. Mi imagen de Londres era tan diferente!!

Luego de guiarnos con el mapa por una de las calles más feas de Londres (y digo una de las más feas porque hubo varias otras), llegamos al Tower Bridge, para cruzar a la rivera sur del Támesis que nos habían dicho sería un lindo paseo. Mi desilusión me había afectado tanto que me tuve que sentar un rato frente al HMS Belfast (un barco de guerra que me hizo acordarme mucho del Elo) a tomarnos un té y a tratar de recomponernos. El té nos hizo muy bien y seguimos nuestra caminata al borde del Támesis, hacia el museo Tate Modern, pasando por las callecitas del malecón, donde en cada esquina podíamos “ver” a Sherlock Holmes. Habían unos edificios antiquísimos en ruinas - en París los edificios que vimos eran mucho más nuevos (Haussmann se deshizo de como 60% de los edificios medievales de París) aunque aún clásicos, pero en Inglaterra vimos unos del año 1300, de los que sólo quedaban fachadas o porciones porque la mayoría se había quemado en el gran incendio del 1666. Pero fue interesante ver el contraste de lo antiguo y lo nuevo. Pasamos por el Globe, el teatro Shakesperiano, que estaba cerrado a esa hora. El teatro original de Shakespeare se quemó en 1613 cuando durante una presentación de Henry VIII dispararon un cañón y este incendió el techo del teatro. Pese a que lo reconstruyeron antes de la muerte de Shakespeare, los Puritanos lo demolieron en 1644. Casi tres siglos y medio después, en 1989, encontraron las ruinas de los cimientos y en el ’93 lo reconstruyeron siguiendo los planos del teatro original. Me hubiera encantado verlo por dentro pues es un poco peculiar (es octagonal) pero quedará para la próxima, junto con varios otros lugares que no alcanzamos a visitar.

El Tate Modern, museo de arte moderno también estaba cerrado, por lo que cruzamos por el Millenium Bridge a la rivera norte y decidimos tomar el Underground a Piccadilly Circus, el Times Square de Londres, donde preguntamos a un tipo adónde podíamos ir a tomarnos un té; su recomendación fue el Hard Rock Café... obviamente no era el guía más indicado.

Tomamos el double-decker a Harrod’s pero también estaba cerrado. Más desilusionados caminamos por Brompton Rd al Museo de Victoria y Albert pero, ¿adivinen qué? ESTABA CERRADO..... Ultra desilusionados y cansados nos compramos nuestra botellita de vino y nos fuimos en el metro hacia el hotel a ver qué hacíamos porque TODO estaba cerrado. Al paso que íbamos hubiera valido más la pena quedarnos en París un día o dos más.

Camino al hotel paramos a cenar en un restaurante italiano en nuestro barrio y a comprar chocolates y nueces para munchear en la habitación. Esa noche me llamó mi mamá. Me hizo un bien enorme conversar con ella porque ella adora Londres (donde para los que no saben pasé dos años y medio de mi niñez). Me contó cuentos de cuando era chiquita, de nuestras caminatas por los parques, de los monumentos, las tiendas de libros viejos... y creo que logró infundir en mí una sensación de familiaridad con esta ciudad que no lograba encantarme. Quería averiguar más de la ciudad y planear el paseo del día siguiente así que decidí pagar las 10 libras del wifi del hotel. Terminé pasándome varias horas tratando de hacerlo funcionar. Grrrr... por qué tiene que ser todo tan complicado?

A la mañana siguiente, lunes, habiendo aprendido nuestra lección, desayunamos en el hotel. Su desayuno continental era un buffet con todo tipo de pancitos, jamones, salames, pepinos, tomates y huevos duros. Nos hicimos sándwiches para más tarde, nos llevamos unos huevos duros para el camino y hasta nos robamos unos pancitos para las palomas. Salimos como al mediodía al final porque tenía un trabajo por entregar y había alguna terminología que quería chequear. Habíamos decidido ir directo al Tate Modern.

Nos tomamos el bus porque el Underground nos pareció demasiado fome, y este nos llevó por el lado norte de Hyde Park hasta el Marble Arch donde dobló a la derecha y bajó por Park Lane (me acordé de ti, Mami, cuando pasamos por el Grosvenor House), cruzando Piccadilly siguió hacia el sur por Grosvenor Place y luego dobló por Victoria y nos dejó justo en frente de Westminster Abbey, el Parlamento y el Big Ben. Qué lindura de edificios!!

En Westminster tomamos el Underground hasta Black Friars y cruzamos otra vez el Millenium Bridge, volviendo sobre nuestros pasos del día anterior, hacia el Tate Modern, una antigua planta de energía que han transformado en un impresionante museo de arte moderno. Éste y el Louvre fueron los únicos dos museos que vimos en nuestro viaje. Desde un principio habíamos decidido caminar las ciudades en vez de meternos a los museos... eso podía quedar para un segundo viaje. Pero tanto nos hablaron del Tate Modern (y bueno, con el Louvre no hay caso... no puedes pasar nada más por en frente) que entramos y hasta pagamos para ver la exhibición que tenían (el resto del museo es gratuito). La exhibición que vimos era de dos artistas, antiguos maestros de la escuela Bauhaus - Albers (alemán), y Moholy-Nagy (húngaro) - que terminaron cruzando el charco y erradicándose en los Estados Unidos en los años 30. Aparte de sus pinturas, había mucha fotografía, instalaciones de video y artefactos, en fin, de todo nuestro gusto. Gozamos como chinos y salimos inspirados. De ahí bajamos a ver la colección permanente, entre la que encontramos obras de Matta, Picasso, Dalí, Francis Bacon, Miró, Man Ray, y muchos otros notables artistas modernistas, surrealistas, y realistas. Algunas cosas eran chocantes, pero otras, como la Llorona de Picasso que tantas veces había visto en mis libros y las diapositivas de la universidad, me dejaron encantada.

Cuando salimos del museo nos fuimos caminando hasta el malecón donde nos tomamos una cerveza, dimos de comer a las palomas, y me comí mi huevo duro...mmm.... Ahí aproveché de hablar con mi amiga Charlotte, con la que nos habíamos quedado de ver, y con Kirstie, amiga de unos amigos de Toronto, con la que habíamos quedado de juntarnos esa noche a cenar comida hindú. Total que con Charlotte quedamos en ir a comer a su casa la noche siguiente, nuestra última noche en Londres. Kirstie, por otra parte, nos explicó como llegar a donde iríamos a comer, cerca de su casa hacia el sur de la ciudad. Tomamos el bus a dos pasos de donde estábamos, al pie del Blackfriars Bridge. Los idiotas cruzamos la calle a tomar el bus sin acordarnos que los autos andan por la izquierda, así que vuelta a cruzar al otro lado para ir en dirección sur. El viaje de 20 minutos nos llevó por unos barrios no tan lindos. Cada vez se iba poniendo más y más “mala” la zona hasta que nos bajamos en un barrio en el que claramente no había que perderse de noche. Llamamos a nuestra anfitriona de la tarde y nos explicó para donde ir, pero le entendí al revés y empezamos a caminar en dirección contraria... muy monga! A diferencia de París, en Londres todos hacen lo posible para NO mirarte. Incluso cuando les tratas de hacer una pregunta. Otra cosa que nos dimos cuenta era que los nombres de las calles son tan confusos (Campberwell Church, Campberwell Street, Campberwell Green están todos en la misma cuadra), que ni los residentes saben los nombres. Ahhhhhh pero TODOS saben donde queda el pub!! Siguiendo las instrucciones de dos transeúntes, terminamos en un pub muy “butch” donde unas chicas más gruesas que Andrés nos indicaron para donde ir. Camino de regreso, esta vez en la dirección correcta, nos encontramos con un español (está lleno de españoles Londres), que nos dijo que el barrio no era tan malo, pero que sí hay algunas cuadras malas. La ciudad es entera así, mezclada, en parte porque los bienes raíces son tan caros que la mayoría de las parejas jóvenes sólo pueden comprar casas en los barrios menos populares. Y así se van “limpiando” y renovando los barrios - un poco como Toronto.

Finalmente llegamos al pub donde habíamos quedado en encontrarnos. Kirstie e Iain nos esperaban con cervezas heladitas. Los dos eran un amor de personas, ella inglesa y él escocés. Conversamos rico con nuestras cervezas y nos dispusimos a caminar unas cuadras más hasta el restaurante hindú. La comida estuvo IN-CRE-Í-BLE. Comimos tan rico que decidimos que a la vuelta tendríamos que encontrar otro restaurante hindú porque el pakistaní al que vamos siempre no le llega ni a los talones a éste.

Después de la comida nos invitaron a conocer su casa. Ahí nos sentamos y conversamos laaaargoooo rato, tomando unos vinos, hasta que llegó la hora de partir. Aunque nos insistieron en que nos irían a dejar al paradero del bus, no queríamos molestar así que fuimos solos, siguiendo sus indicaciones. Una vez en el paradero nos dio un poco de susto porque realmente de noche las cosas se ven más negras. La gente que andaba dando vueltas tenía una pinta de mala. Pero no pasó nada extraordinario, el bus vino y nos subimos al segundo piso a ver pasar a Londres de noche. Apenas cruzamos el río, los barrios se “embellecieron”. El bus nos dejó en Paddington, a unas siete cuadras del hotel. Pero la noche estaba tan linda que no nos importó caminar, además que después de caminar de noche por Campberwell, Bayswater era un lindura.

El último día entero que pasamos en Europa lo estiramos como chicle. Ese día teníamos que hacer una conferencia telefónica con México así que nos compramos nuestras tarjetas telefónicas, ubicamos los teléfonos públicos del hotel (uno al lado del otro) y partimos al London Eye, una rueda de Chicago gigante que queda al lado del Acuario de Londres, desde la que se pueden ver unas vistas increíbles de la ciudad. Esta vez sí que fuimos aperados de pan para los patos que nos encontraríamos en los parques porque nos íbamos a ir a pie desde el hotel hasta el Eye por Hyde Park y St James Park.

La caminata, pese a que fue larga y a que nos dolía cada músculo de las piernas después de casi dos semanas de puro caminar, fue hermosa. Los patos de Hyde Park eran divertidísimos. A la entrada del parque hay cuatro fuentes y cada una tiene su pareja de patos. Lo divertido es que cuando empecé a tirar pancitos los patos de las otras fuentes venían a comer y los patos “residentes” los sacaban cascando de “su” fuente. Uno hasta le mordió el culo al otro cuando éste trataba de salirse de la fuente. Nos hicieron reír mucho... Al final, el pobre pato correteado me esperó entre las palomas (a las que él no dejaba acercarse a su pan) y le tiré pedacitos de pan que pescaba en el aire, cual perro.

Después nos fuimos bordeando The Serpentine, una laguna larga en el parque, donde nos encontramos con más amigos plumíferos hambrientos, entre los más notables un cisne que comió de mi mano y que era casi tan alto como yo (lo que no es mucho para un humano pero para un cisne sí lo es!), y una pata marroncita que era una belleza (ver fotos).

De Hyde Park cruzamos a St James Park al pie de Piccadilly y caminamos por el camino del parque hasta el Palacio de Buckingham (donde dejamos vuestros saludos a la reina); luego, seguimos camino hacia Westminster, cruzamos el puente y llegamos al London Eye - medio muertos. Cuando vi la cola, aunque avanzaba rápido, no me dio la gana de esperar así que cuando vimos que podías pagar más para saltártela, dije “perfecto”. Para mi gran desilusión, cuando salimos de la boletería vimos que ya no había cola alguna... MERDE.

Para sumarle al apestamiento por haber pagado tanta plata por nada, teníamos hambre y sed, no nos quedaba ni un duro partido por la mitad (teníamos que ir al banco pero no había ninguno cerca) y cuando llegamos le dijeron a Andrés que tenía que pasar su mochila con su película de cine por rayos X. El guardia era un pesado además; no quería saber nada de excusas. Al final, después de hablar con el encargado nos dejaron subir sin radiografiarlo... pero mi amigo ya estaba furia.

Por suerte la vista desde las naves era espectacular porque ligerito se le quitó el enojo a mi compadre y pudimos disfrutar de Londres desde el cielo. ¿Se acuerdan de las pilas que compré en el Migros de Ginebra porque quemé el cargador? Bueno, al bajar del London Eye se terminaron de agotar, así que ahí sacamos nuestras últimas fotos del viaje.

Después de nuestro “vuelo” (como es auspiciado por British Airways te dicen “enjoy your flight” cuando te subes), tomamos el Underground de vuelta al hotel para nuestra conferencia. Llegamos con las justas y nos conectamos perfecto, cada uno en un teléfono público diferente, pero las tarjetas se agotaron antes de tiempo!! Habíamos pagado 5 libras por cada una y sólo estaban durando 15 minutos (aunque prometían 120)!! Para hacerles el cuento corto, terminamos usando el teléfono de la pieza para hacer el llamado y por algún motivo no nos lo cobraron... por suerte porque las tarjetas nos habían costado una fortuna!

De ahí partimos a casa de Charlotte a comer. Ella vive unas estaciones hacia el norte del hotel, en Kensal Green. La pasamos TAN BIEN esa noche... no sólo fue riquísimo verla sino que además no nos veíamos hacían 12 años, pero no parecía... Ella estaba panzona, a cinco semanas de dar a luz a su segundo hijo (tiene una hijita de tres años, creo - no la conocimos porque estaba durmiendo) y su marido era muy simpático... quedamos con ganas de vernos más a menudo - qué pena vivir tan lejos!

Esa noche, de regreso en el hotel hicimos las maletas para dejar todo listo para nuestra partida la mañana siguiente. No podíamos creer que ya había llegado la hora de regresar. Aunque el viaje no fue tan largo, poco menos de dos semanas, nuestra realidad en Toronto parecía estar a años luz. Pero, por otra parte, teníamos ya ganas de dormir en nuestra cama, apachurrar a Lucas y lavar nuestra ropa!!

A la mañana siguiente nos levantamos ultra temprano para emprender el viaje de aproximadamente una hora hasta el aeropuerto en el Underground. El vuelo salía al medio día y teníamos que estar allá con 3 horas de anticipación. El viaje al aeropuerto fue mucho más rápido de lo esperado y estuvimos sentados en un café en Heathrow, chequeando emails y esperando a embarcarnos a poco menos de hora y media de haber tomado el tren.

Nos tomamos nuestras pastillitas mágicas antes de embarcarnos y antes de despegar ya estábamos cabeceando de sueño... atrasamos el reloj cinco horas y dormimos prácticamente todo el vuelo hasta Toronto, donde nos esperaba nuestra amiga Margarita con los brazos abiertos.

Llegamos de vuelta a Toronto hace una decena de días y ya los días pasados en Europa parecen haber sido un sueño. ¿Por qué pasará esto cada vez que uno viaja? Ayudada por fotos y boletas (y mi memoria - viva!!) he reconstruido nuestras peripecias aquí para ustedes, de paso volviendo a viajar yo misma por todos los lugares que “vivimos”. Mi conclusión para esta crónica es que tengo que regresar al viejo continente pronto. Me queda tanto por ver y vivir! Pero estoy muy agradecida de haber podido ir en este viaje con Andrés, separarnos brevemente de nuestras rutinas y problemas, y gozar de casi dos semanas juntos en otra parte del mundo, solos los dos en una realidad tan diferente a la nuestra.

¡¡¡VIVAN LAS VACACIONES!!!

Fin....